domingo, 23 de octubre de 2016

Los noes del trabajo y el amor

No.

Saber decirlo y saber recibirlo es lo más poderoso. No he decidido qué es más difícil. Hay que saber decir "no" en todos los ámbitos y recibirlo en todos también.
Por ejemplo; decir no: "no voy a seguir trabajando para ti a este precio". Recibir no: "si quieres cobrar por trabajar no nos interesa".
Decir no: "no voy a salir contigo si no lo ves claro". Recibir no: "no voy a salir contigo si lo tienes tan claro".
 

Si no se sabe decir "no" ni aceptarlo, se fuerza al cosmos a repetir situaciones una y otra vez, hasta que se aprende. Por eso tienes la sensación de que siempre te pasa lo mismo. Si no haces cambios obtienes los mismos resultados. Hay que observar y escuchar qué se nos ofrece y si nos resulta familiar. Es importante llevar a cabo esta práctica en el amor y en el trabajo, en ambos casos, para no sufrir.
 

     Atreverse a tomar lo que uno merece siempre conlleva pérdida, forma parte del equilibrio entre dar y tomar. Nada se puede tomar con las manos llenas, nada se puede dar con las manos vacías. Ni en el amor ni en el trabajo. La conciencia de lo que se merece no tiene porqué ser altiva, basta y es necesario, que sea digna.  

En el amor y el trabajo es importante saber cuando dejar que otro haga el papel que nosotros, por dignidad o amor propio, no vamos a seguir haciendo. Para eso hay que confiar ciegamente, abandonar la zona de confort y saltar al vacío con miedo pero con fé. Es el precio a pagar para no ser esclavo, en un ámbito u otro. Hay que atreverse a ser señalado por ello. Tener el coraje de obviar los juicios del resto por atreverte a ser diferente, a sobresalir del rebaño. Los unicornios no somos borregos aunque lo intentemos para ganarnos la vida. Los borregos se sienten amenazados por los unicornios porque ellos quisieran ser unicornios, pero se conforman porque tienen un miedo tan grande que el miedo les tiene a ellos.
 

Al hilo de esto, hace unos cuatro años el Universo me brindó una oportunidad que acabó siendo lección y bendición. Una importante y archiconocida empresa de infraestructuras y energías renovables con presencia en 65 países me ofreció formación con vistas a trabajo remunerado en el aeropuerto. Esta oportunidad se me dio porque alguien me recomendó, lo que presuntamente me ponía un pie dentro. Era una formación de casi tres meses que requería estudiar y pasar un examen. Éramos unas 30 personas queriendo aprender y trabajar ahí.  Así las cosas, de ocho de la mañana a cuatro me formaba, y por las tardes iba a la Facultad. Los fines de semana estudiaba y soñaba con tener tiempo libre algún día. Nos examinamos todos y se nos dijo que nos llamarían en una semana.
 

Esperé toda la semana, veintinueve personas fueron contratadas, yo no.
Sentí que había tirado mi tiempo e hice examen de todos los porqués. Me sentí fatal por ser la única rechazada y me miré el ombligo por ello. No supe qué había de malo en mí para que no quisieran contar conmigo, ni porqué no era válida para ellos. Yo quería ser válida para ellos.  Todo el mundo fue contratado menos yo, incluso gente que también contaba con una carrera como yo; ya que en esta sociedad en la que vivo, tener estudios, es un problema para que a uno le contraten según dónde.
 

Así las cosas, pasé dos semanas lamentándome por la exclusión mientras preparaba los examenes y un día recibí una llamada. La llamada era de una importante sucursal bancaria en la que ni habría soñado trabajar. Si me hubieran pedido opinión habría dicho que era demasiado bueno para mí, que jamás me hubieran contratado sin haber terminado la carrera, que jamás me habrían contratado sin experiencia, que jamás me habrían contratado sin enchufe.
Mi contrato era sólo a veinte horas de mañanas de lunes a viernes, de diez a dos. Ni siquiera tenía que madrugar. En la empresa en que me rechazaron, se trabajaba en cualquier horario, incluidas las madrugadas.  Mi salario fue más del triple de lo que iban a pagarme en la empresa que me rechazaron.  Iba a tener más que suficiente dinero y tiempo para disfrutarlo.
El Universo me dijo "no" porque tenía algo mejor esperando por mí aunque dolieran la negativa y el rechazo en ese momento. Eso bueno que nos espera ocurre justo cuando ha de ocurrir, sea amor o sea trabajo. La asignatura difícil es la paciencia y la dignidad con la que se gestiona dicha espera.
 

En relación con esto, hace un año un hombre con novia que me atraía en sonoro silencio y me parecía demasiado bueno para mí -(al igual que ese trabajo caído del cielo)-, se sentó con su novia al lado, con más gente y conmigo enfrente. Se bebió una cerveza hablando de sus frustraciones laborales, he visto a muchos hombres hacer eso y recordarme a Bogart pero este también me enseñó algo aunque estoy segura de que ni fue consciente. Me dijo que el término "empleado", venía de ser usado pero que empleado sonaba mejor. Sentí una súbita fília por él en ese instante hy nunca se lo he dicho, ni se lo dije. Me dijo que los empleados lo eran "en pos de los sueños de otra persona que había tenido una idea y había decidido trabajar en ella".
Desde esa escueta enseñanza etimológica me permití soñar eventualmente con él. Con un mundo paralelo ideal en que no tenía una novia ideal y yo tenía algún lugar en su vida. Un lugar en el que cabían muchas enseñanzas mutuas, donde todo estaba bien para que estuviéramos y que estuviéramos incluso bien. Vamos, que no tenía presupuesto para la película que me estaba montando.
Yo quería ser válida para ese hombre que me rechazaba o ni me escogía (igual que con mi trabajo). Ese hombre acabó rompiendo con su novia, o ella con él, nunca se sabe qué verdad hay en una mentira.  Yo quería ser escogida por él porque siempre es más fácil que tener el coraje de escoger. o la paciencia de esperar, o la dignidad de apuntar a lo que uno merece. 


Aceptamos el amor que creemos merecer, si no creemos ciegamente que merecemos un buen amor aceptaremos cualquier amor, y en el peor de los casos, un mal amor.
 

Él quería tomar (lo que fuera y a quien fuera, incluso a mí) pero no podía dar. Un corazón roto no puede darse aunque se quiera. Un corazón roto no debe tomarse aunque se pueda. 

A este precio no voy a darme a ti como mujer ni puedo tomarte a ti como hombre. Es un precio demasiado alto. Te dejo con tus asuntos que son anteriores a mí, no pertenezco a ellos ni me corresponden. Siento haber querido pertenecer a esos asuntos que no son míos. Tu ex pareja es anterior  a mí, ella es la primera y no yo. Ella es la elegida y no yo. A este precio, al precio de ser la otra no puedo tomarte como pareja. A este precio, al precio de hacerle daño a ella no puedo darme a ti como mujer ni tomarte  a ti como hombre. Elijo ser fiel al código de lealtad entre mujeres por el que debo renunciar a ti. Ella es la primera y no yo y te dejo con tus asuntos que no son los míos y te deseo lo mejor. Te doy el espacio que tienes ahora en mi vida y te dejo ir. Y qué pena que no fuera bien y lo acepto.
Y por eso también en el amor, igual que en el trabajo, confío en que hay algo mejor y que sí merezco en algún lugar.