viernes, 31 de agosto de 2012

Memorias de un regalo de San Valentín

Os hablo oculto desde un rincón oscuro del armario de la niña a la que pertenezco.
Quisiera contar mi historia para no caer en el olvido...
  
   Era un 14 de febrero de 2005, fui entregado por un niño que decidió no crecer a una niña de risueña sonrisa, más apagada por aquél entonces y más carente de la inocencia con la que el niño la conoció.
    Para ella yo fui el primero, la niña nunca tuvo un regalo de San Valentín hasta entonces. Yo lo supe por el temblor de su voz, el rubor de sus mejillas y si el niño se hubiera fijado; habría visto en los ojos de ella, unas tímidas lágrimas de emoción que con candor trataba de ocultar tras el papel que me envolvía. Pero al niño se le escapó todo eso por ser yo para él una experiencia ya vivida... 
La niña de risueña sonrisa me amaba: me otorgó un sitio siempre a la vista en su habitación y cuando me miraba sonreía... Por las noches me abrazaba y dormía conmigo. Yo, por mi parte, era muy consciente de lo feliz que la hacía...
     Pero pasados unos meses, la sonrisa que yo le provocaba se tornó llanto al verme, ya no me abrazaba por las noches pues yo sólo le hacía daño...
A veces oía a sus amigos mirarme y decir "tienes que deshacerte de él"  y ella llorosa decía "no puedo"... yo temía por qué pasaría conmigo y no podía comprender cuál era el problema...
   
    De pronto un día la vi transformada en una niña de ojos tristes, nos cogió a mí y al papel que me envolvía y nos escondió en un recóndito lugar de su armario sin mediar palabra. Lugar dónde todavía estoy y me entristezco pensando que la niña y el niño se olvidaron de mí...
Un año más tarde, la niña miró con los ojos tristes que ya la caracterizaban hacia mi rincón sin tener valor de tocarme... me miró con una nostalgia que yo sentía le resquebrajaba el pecho y lloró.

    La oigo llorar puntualmente todas las noches, pero nunca me abraza para consolarse. Susurra el nombre del que fue su niño y sigue llorando pensando que él nos olvidó hace mucho tiempo ya a ella y a mí. Sabe que hemos sido sustituídos, pero yo, como regalo, tengo por seguro que no importa lo que haya pasado pues nunca ninguna niña podrá alegrarse tanto de recibirme a mí como regalo, de manos de ese niño aún por miles de distintos regalos que haga en toda su vida...

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