miércoles, 26 de septiembre de 2012

GORDA: sin eufemismos.

      Las connotaciones de este sustantivo rara vez son positivas por eso la gente utiliza eufemismos, no menos ofensivos ni dolorosos, como “gordita” o “rellenita”.

Esto no va a ser un post sobre la bulímia o la anorexia, es un post sobre el respeto a una misma y la autoestima en clave de humor.

Como todos sabemos hay gente más cruel que Cruella Devil aunque no fumen con una boquilla larga ni lleven abrigos de visón ni secuestren preciosos perritos.

    La infancia puede ser muy dura si puede ponerse junto a tu nombre, en esta época de la vida, el epíteto con el que he titulado este post. Hay colegios normales dónde niños presuntamente normales y presuntamente educados arrojan papeles y escupen a niños gordos.-Carbón en el día de reyes para estos pequeños liliputienses.
La adolescencia es aún peor porque hay chicos que pueden ser más malos que lord Voldemort y decir cosas como “paso de enrollarme con esta porque es una gorda” o uno de mis preferidos “yo me enrollaría contigo, pero es que tu amiga está más buena que tú”. -Para estos últimos y los primeros también, -seamos generosos-, golpe de remo.

Luego, hay amigas de verdad y “amigas” que son como las hermanastras de Cenicienta y no me refiero a las travestis de Shrek III, sino a las malas y envidiosas de Disney. Dispuestas a decirte, camuflando mala educación con sinceridad, lo mal que te queda algo debido a tu esférica figura ante el público boquiabierto. Según el modo experto de -(perdón si hay niños delante)- hijoputismo, estas divinas criaturas de Dios o la Santa Madre Naturaleza, en una fiesta llena de hombres cuando tu redondeada figura y tú lucís un bikini fingiendo más valentía de la que sentís os espeta :“ ¡te queda súper pequeño ¿no?!”- Estas amigas deben ser castigadas sin ir a nuestra casa del árbol y debemos tener fé en que un día se les clave el tacón en una alcantarilla, queden ahí apresadas y caigan de bruces al suelo delante de un grupo de modelos de Calvin Klein.
     Aparte, hay espontáneos como: vecinos y conocidos que te sueltan perlas como “¿cuánto te falta?”-tocándote la barriga refiriéndose a si estás embarazada sin que lo estés o, “estás irreconociblemente gorda por eso no he sabido quién eras”. -A estas personas se les dice alto y claro: “y tú necesitas tomar All Brann”.

     Finalmente y remontándome al principio, desde nuestro nacimiento también está la familia de la que tanto nos habló Don Vito Corleone. Nuestra más potente impulsora y detractora. Grandes responsables de la forma en que tú te ves. Hay comentarios familiares muy oportunos y divertidos, sin duda destinados a fortalecer tu autoestima in extremis como por ejemplo: “eres la prima/hermana/ sobrina... gordita pero simpática de la familia”. -En modo amateur-. Luego en modo experto está el: “no te pongas este vestido que te va a explotar” o “¿tú puedes llevar medias, no te rebientan?”... Y todo tipo de comparaciones odiosas con el resto de mujeres de la familia que han sido bendecidas con la genética de las diosas griegas del Olimpo.

Es verdad que toda esta gente es mucha gente, y es verdad que todo este tiempo; desde que nacemos hasta la adolescencia, es mucho tiempo. Estas dos redundancias son un peso muy importante y he utilizado esta palabra con toda la intención.
A partir de aquí, como sucede con casi todo en la vida podemos elegir. Siempre tenemos capacidad de elección y esto nos hace libres. Siempre puedes elegir si quieres ser la víctima y hundirte bajo el peso de todas estas preciosas palabras y situaciones esperpénticas, o si vas a ser fuerte como la teniente O'Neil o Gorgo (la gorgon, mujer de Leonidas). Nadie ha dicho que esta batalla interna y también externa sea fácil, pero al menos hay que lucharla.

    Pienso que hay que disculpar a todas estas personas que cuando hablan no saben que te hacen sentir tan sexy como una pintura de Botero. Alomejor sí que saben lo que dicen, pero lo que hacen los demás no podemos controlarlo y sin embargo, cómo lo vivimos internamente, sí podemos. Vale la pena desarrollar en la práctica la teoría “de la piel fina”, esto es; que todo te resbale.
      No estoy haciendo un llamamiento a que de pronto todas nos volvamos de belleza rubenesca, sino a que no duela como una bofetada cada desafortunado acto o palabra que nos dedica alguien en este sentido.
Tampoco es muy realista esperar a un príncipe azul maravilloso que nos rescate de todo ésto y de los complejos, cual escena de Grey y Anastasia desnudos frente al espejo del baño del hotel cuando le dice eso de “eres mi diosa de ojos verdes, tienes un cuerpo precioso” -dijo la romántica.
Si esperas que un hombre te dé la seguridad corporal que buscas estás vendida al mayor postor. Tu pareja como toda la gente que he nombrado puede ser un refuerzo de autoestima o un detractor de la misma porque hay muchos príncipes azules que no llegan ni a pitufo y alomejor se unen a eso de hacerte sentir rubenesca, enfatizando tus complejos. Aquí la que consiente tener una pareja detractora de autoestima y de seguridad personal eres tú y sólo tú puedes liberarte de este otro peso más que trata de hundirte.
Tu autoestima y seguridad dependen de ti y eso es un poder que nunca puede ser cedido a nadie ni siquiera a tus padres o tu pareja porque si se van, te quedas sin amor propio y por aquí muchas mujeres se atan a pitufos.

Termino diciendo -aunque voy a parecer Manuel Torreiglesias en Saber Vivir- que lo importante es estar sano, cuidar, mimar y respetar nuestro cuerpo que es dónde vivimos. Y para todo lo que nos llegue desde fuera de forma irrespetuosa citaré una célebre frase de mi padre a la que recurro muy a menudo y que me sirve siempre: “no hay mayor desprecio que no hacer aprecio”.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Go ELias go!
V.

Unknown dijo...

Jajajaja, !!!!no me he podido reir más!!!! Me uno al club de las irreconociblemente gordas, es más, me postulo a madre fundadora! Un 10 sobre 10!!!

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