miércoles, 24 de octubre de 2012

Adicta al NDA

 (Novio Drogadicto y Alcohólico)
 No puedo dejarlo” .“Lo he intentado, pero no puedo evitar volver”. “Le quiero demasiado como para dejarle”. “No sé por qué sigo enganchada a él con el daño que me hace”. “Ojalá ya hubiera pasado el tiempo suficiente como para no desear volver con él ni seguir con esto pero le echo tanto de menos...” “Estoy muy cansada, pero cuando estamos bien me compensa todo lo malo”.

Ser adicta a un adicto:
En el top 5 de hombres criminales está, como dije ayer, el novio adicto. Lo llamaré indistintamente “ene” de novio -(por la cuasi homofonía con “eme” abreviación de MDMA), o “leaving” por “leaving las vegas” -(“abandonando las Vegas” para los que estudiamos con la LOGSE)- en honor a esta película que es un ejemplo gráfico de la relación que mantiene una mujer que ama demasiado con un alcohólico. Recomiendo verla desde esta perspectiva si os atrevéis y tal vez os reconoceréis en las conductas de ella.
Cuanto mayor es tu capacidad (patología) de amar (demasiado), mayor es la posibilidad de emparejarte con un ene por los motivos que ya expliqué ayer al final del post. En esta línea argumental el ene con el que se forma pareja tiene adicciones (es dependiente física y psíquicamente) a sustancias tóxicas. Es toxicómano o politóxicomano. Quiero decir que no estoy hablando de una adicto a la comida, a las compras, o al tabaco. Estoy hablando de un adicto a las drogas, al alcohol o al juego. Y otra vez, el número de adicciones y toxicomanías suele ir en función de cuanto es capaz de poner en juego la mujer que ama demasiado. Es decir, suele ser proporcional -y perdonad que fuerce e invente esta construcción lingüística- a “cuán demasiado” es capaz de amar esa mujer. Si tú eres el súmum del amar demasiado, del entregar demasiado y de prostituirte emocionalmente demasiado todo ello con el fin de no estar sola cueste lo que cueste tienes todas las papeletas en la “rifa del amor” -(por eso desecho el concepto de la mala suerte)- de un novio que sea adicto a las drogas, al alcohol y al juego; un auténtico leaving.-¿Por qué conformarse sólo con una adicción pudiendo intentar reparárselas todas a la vez? (cinismo evidente).

Mi novio: una droga dura.

Para mí todo lo que escribo desde este párrafo es comparable -y me vais a perdonar la frikada- al tríptico abierto de "jardín de las delicias" de El Bosco. De izquierda a derecha, en esta relación y su entramado, tenemos como en los paneles del tríptico; el paraíso (de la relación idílica) o el jardín del Edén, a la izquierda. En el panel central, el jardín de las delicias; la lujuria (la pasión) y a la derecha el Infierno (las peleas, las rupturas de esta relación). Relacionarse así para mí es como pasearse de un panel a otro, cada vez más rápido, cada vez doliendo más, cada vez más muerto... Vuelvo a pedir perdón por la frikada, pero tenía que contarlo.

¿Intenso verdad? Perdonádme el vulgarismo, pero una relación así es una montaña rusa de puta madre. Es una aventura trepidante, si no lo has experimentado llorado, sufrido, disfrutado con la pasión que existe en una relación así... Tal vez no puedas entenderlo. Nunca sabes qué va a pasar hoy porque nunca sabes, en la ruleta de su drogadicción, qué toca hoy: ¿el depresivo, el eufórico, el apasionado, el agresivo, el tierno...?
La química entre la mujer que ama demasiado y un adicto es hiperbólica. Se atraen el uno al otro como imán y hierro. Absolutamente todos los aspectos de la relación descansan en los extremos; lo bueno es lo mejor del mundo: euforia, risas, orquesta, flores, confeti, sol. Y lo malo es lo peor; drama, tragedia, vacío, dragones, abismos, frío de muerte...

La mujer que ama demasiado busca intensidad y una relación así ofrece un sinfín de posibilidades en cuanto a emociones intensas, viscerales y pasionales. El sexo es apoteósico (básicamente porque en estas relaciones manda la pasión enfermiza), los momentos de intimidad parejil son tan tiernos que te conmueven hasta el llanto. Cada momento juntos es una divertida y nueva aventura, digo aventura porque una relación así tiene poco realismo y mucho de romanticismo exacerbado- o más bien parnasiano diría yo. Creáis un universo para los dos que nadie más entiende y dónde nadie más pueda entrar a opinar ni participar. Lo vuestro es tan especial que nadie podría entenderlo, estáis aislados el uno en el otro y empezáis a invadir cada uno los vacíos existenciales del otro. Claro, por tu parte; él te acompaña siempre (la mujer que ama demasiado no quiere, puede, ni sabe estar sola) y él por la suya; tiene asegurado poder seguir bebiendo o drogándose de forma cómoda. Es decir, con una compañera al lado que le ayude si bebe demasiado o si se pone demasiado -(mal).

Me va a resultar muy difícil intentar que empaticéis porque hay que vivirlo para saber qué es, pero intentaré explicarme con adejtivos. Es una relación devoradora, placentera y dolorosa, es una guerra entre el querer y el deber, un debate interno diario entre cabeza y corazón, te posee, te atrae, te eleva a 3 metros sobre el cielo en los orgasmos y te entierra a 3 metros bajo tierra en las broncas, te consume, no puedes pensar en nada más, te engancha, te obsesiona, te da súper-poderes y te los quita...
Si discutes y él te deja en un acto temperamental en que la droga o el alcohol le gobiernan la cabeza -(o por cualquier motivo que le brote de su masculinidad ya que estos hombres son de todo, menos coherentes)- llega el mono y no me refiero a Chita. Empiezan para ti: la ansiedad, ataques de nervios, los temblores, no poder comer, sufrir al máximo, llorar, gritar, volverte loca, las pesadillas, no poder dormir, caída libre... Sólo lo necesitas a él. -Sólo una copa más, sólo una raya más... ¿no es cierto que se parece muchísimo lo que experimenta la mujer que ama demasiado con lo que experimenta su novio adicto? 

    Pero él vuelve y todo el descenso al infierno de Dante que has vivido en su ausencia se esfuma, y se escucha la primavera de Vivaldi en tu corazón, una vez más... Tu amado amor siempre encuentra el camino de vuelta a ti porque tú eres su camino-te dice-. Porque él te quiere y te necesita y porque por ti va a dejarlo todo, eso te dice, te jura, te promete. “No necesito más drogas que tú” -dirá en un alarde de romanticismo urbano actual recién importado de Gandía Shore. “Perdóname por lo del otro día, estaba borracho, iba fumado... Sabes que te quiero, no puedo vivir sin ti”. “Nunca lo he intentado pero contigo podré dejarlo, tú me das fuerza, necesito que tú creas en mí como haces siempre, eres la única que lo hace”. “Voy a cambiar por ti porque tú me haces mejor, sin ti estoy perdido”.
¿Qué pasada, eh? -pasada rima con putada y creerle con pringada, de nada -. Lo va a dejar todo por ti, no más alcohol, no más tragaperras, no más deudas, no más drogas... Tu príncipe (de las tinieblas) quiere curarse por ti y será por fin el hombre que tú viste en él, el que tú proyectaste. Tu soberbia y orgullo se están inflando y elevando del suelo como el globo aerostático de Julio Verne y se van al Caribe de luna de miel...
A los dos días como mucho no puede más y vuelve a drogarse o a beber. Tú te odias, piensas que te mereces todo lo que él te hace pasar porque él lo ha intentado y tú podrías ser más comprensiva, mejor psicóloga, mejor rehabilitadora... Sientes su fracaso como tu fracaso porque en última instancia que él se mantenga limpio lo sientes como un mérito propio... Para él siempre será culpa tuya desde su punto de vista patológico y tranquila, que por fuerte que seas, te lo hará creer.
Te odia y se odia, te grita te humilla, te hace llorar, te echa de su casa por vez número 877472872... Pero tranquila, no es definitivo, volverá a por ti como siempre. Cuando esté relajado porque ha tomado lo que necesita vendrá a por ti y te rescatará de tu descenso al infierno y volverá la primavera de Vivaldi... Sí, esta vez es la buena, esta vez él lo dejará todo de verdad y estaremos bien, “no tengo que cabrearle y estaremos bien”, “tengo que esforzarme más y apoyarle mejor y lo conseguiré, conseguiré que él lo deje”.
Puedes pasar así meses, años, tu juventud... Si quieres toda tu vida. ¿Quieres pasar así toda tu vida? -No, pero tampoco puedo dejarle, sólo quiero que él deje de beber de jugar y de drogarse, todo lo demás está bien entre nosotros. No puedo perderle, no puedo dejarle, le quiero, le necesito.

Soy adicta a mi novio adicto”.
   La drogas duras como lo es un hombre así enganchan. Igual que una droga o el alcohol, en muchos casos, las relaciones así te aíslan de tus seres queridos. Te apartan de tu familia porque tú eras feliz aislada en vuestro universo, te has apartado de tus amigos porque no entendían ni respetaban vuestra relación. Esperaban que fueras más resolutiva, que hicieras valer tu inteligencia para no dejarte atrapar de tamaña forma y lo peor es que tú sabes todo eso, o al menos lo estás empezando a intuir... Te has defraudado a ti y a todos los que te quieren... Pero desechas muy pronto esta idea, quieres a tu novio adicto y vas a por otra dosis de vosotros, lo superaréis juntos. Superaréis todo esto juntos porque os queréis y no hay nada más fuerte que eso o eso te repites porque necesitas creer en ello y porque crees más en vuestra historia que en ti misma. Vuestra historia te ha engullido, te ha devastado como persona. Es más grande y más fuerte que tú porque tú te sientes muy débil, sólo tienes fuerzas para seguir con él y ayudarle con sus problemas...

Próximamente, cómo huir del jardín de las delicias y rehabilitarse.

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