martes, 23 de octubre de 2012

La mala suerte en el amor no existe, son los padres.

Estoy harta de que todos me dejen por otra”, “¿Por qué todos los hombres con los que salgo me ponen los cuernos?”, “¿por qué me sustituyen tan pronto que parece que yo no les he importado nada?”.

       Puede que llegue un momento en que pierdas la cabeza y no me refiero a lo que le ocurrió a María Antonieta sino más bien a Juana la Loca, preguntándote por qué puñetera conspiración universal todas tus relaciones terminan igual (de mal). Puede que creas que se trate de una cámara oculta, o de algo más esotérico; como un mal de ojo o maldición gitana, puede que bromees acerca de que al igual que existe un plan renove por sustitución de tu viejo coche, los hombres hacen lo mismo en alguna parte con sus parejas...
Cinismos propios aparte, la primera idea que yo he desterrado ha sido “la mala suerte en el amor”.
Sé que Cosmopolitan y nuestras bien intencionadas amigas nos venden este concepto como ayuda y consuelo para entender lo ininteligible y cuando tenemos el rimmel esparcido y deslizándose por los mofletes, debido al llanto lastimero de que nuestro amor se ha ido con otra yo compraría cualquier consuelo. Ésto me recuerda a la frase de la siempre genial Carrie Bradshaw “no entres en ninguna tienda hasta que no te hayas estabilizado emocionalmente”. Tiene toda la razón, no es un buen momento para ir de compras (de ropa), yo una vez en esas circunstancias, me compré una falda que habría provocado que un editor de Vogue se quemara a lo bonzo. Ni tampoco es un gran momento para comprar baratos consuelos emocionales como: “tranquila, sólo has tenido mala suerte en el amor, lo mejor está por llegar, te lo mereces”.

     Hay de todo en la viña del Señor y por eso existen en un mismo mundo Punset y Belén Esteban. Este chascarrillo lo digo porque lo que voy a contar no es una verdad universal, es una fácil generalización sin mérito alguno. La mayoría (no todas) de mujeres a las que les ocurre lo narrado en el principio del post (cuernos y sustitución) son: mujeres que aman demasiado y que son madres de sus parejas. La actitud maternal gusta a los hombres, pero es sofocante. Tal vez al principio le encantó que fueras tan maternal con él, pero un día indeterminado se cansan de eso y lejos de comunicártelo ya que no saben o pasan, empezó a agobiarse de ti y a llenarse de resentimiento hacia todas tus acciones maternales. Cuánto más agobiado está él y más se distancia, tú como mujer que ama demasiado y “madre” de tu novio Edipo, cada vez te acercas más, le invades más y te esfuerzas más. No lo haces adrede, es tu forma de demostrar amor y eso lejos de acercarle a ti, le aparta. Por tanto, opino que ningún hombre quiere que tú seas su madre (todo el tiempo), ya tienen una (aunque haya fallecido por desgracia). Con un margen de error del 0'1% me atrevo a decir que si siempre te comportas como su madre tienes el 99'9% de las papeletas para que se te rifen dos finales: cuernos, o que te abandone y a los dos días lo veas con otra. “¿Por qué?”-como dice Mourinho, te preguntarás una y otra vez-. Pues simplemente, porque salir con su madre es incesto y por muchos conflictos edípicos que tenga tu novio, a las madres todos las queremos mucho, el amor hacia una madre es como el valor en el ejército “se supone” . Digo que se supone porque estos hombres no te demuestran que te aman, es algo que se supone o que dan por supuesto. Por otro lado, a las madres se supone que las queremos en el sentido de que no hace falta demostrarlo porque ellas ya lo saben por ser quién son, pero nos enfadamos con ellas. Nos da rabia que nos digan como son las cosas o cómo nos vamos a equivocar y por último pero no por eso menos importante; tarde o temprano nos independizamos de ellas.
Las relaciones con los perfiles de hombres que una mujer que ama demasiado forma pareja suele componerse de casi todos, o todos los elementos que he subrayado de las relaciones materno-filiales.

Si tu hombre Ikea es de los que busca una mamá (porque no la tiene o porque no sabe cuidarse) y tú eres como una madre, eso saldrá bien hasta que lo prohíbas desde; jugar a la play, a fumar porros cada día, o le digas que no debe despilfarrar el dinero en salir o beber porque tiene un piso que pagar, o que te gustaría salir a cenar en pareja algún día en vez de estar siempre en casa...
    Como si él fuera tu hijo adolescente, se enfadará contigo porque le dará rabia lo que le has dicho y pegará un portazo, o en el mejor de los casos -sarcasmo- lo arreglaréis en la cama, hasta la próxima reyerta...
Pero cuenta la leyenda que un día, más tarde o más pronto, pero que a ti siempre te parece más pronto que tarde, el príncipe Edipo se marchó a los brazos de otra doncella, nada más abandonar a su esposa. Otra corriente de historiadores cuentan que fue infiel desde siempre... Y tú, su esposa, la reina Electra quedas anonadada, triste, desolada y humillada frente a tu pueblo. Con el corazón echo pedazos rehaces tu vida como puedes... hasta que apareció otro Edipo.

    Si ya te has cansado del cuento de siempre o de los que te cuentan ellos y te han roto el corazón lo suficiente como para reaccionar y hacerte preguntas tal vez te preguntes; ¿por qué todos mis novios se parecen? ¿Se parecen mis relaciones con ellos en cuanto al rol de él y al mío? ¿Por qué acaban todas mis relaciones igual?

        De manera inconsciente la mujer que ama demasiado escoge siempre los mismos perfiles que hemos ido viendo. En vez de mentes criminales, repite perfiles de “hombres criminales” -chistaco-: cachorro abandonado, Don Juan, novio Ikea, Edipo... Variantes todas ellas de un mismo perfil (habréis observado ya que todos se parecen mucho entre sí); hombres dependientes y nocivos para nosotras. Todos estos perfiles son los que de manera inconsciente atraen a una mujer que ama demasiado como las moscas van a la miel. Los detectamos y los elegimos. Es importante empezar a aceptar que nosotras los elegimos, no somos sus víctimas. Yo soy responsable de formar pareja con un hombre así y de darme cuenta de que él es así.

¿Por qué nos fijamos en hombres así y no en otros que nos den mejor vida? (este fragmento para mí es el importante del post, todo lo demás podéis dárselo de comer a los peces si queréis, pero esto es lo realmente importante).
Normalmente, la mujer que ama demasiado necesita que la necesiten, también necesita rescatar y ayudar a su pareja, es su forma de relacionarse y dar amor. (Es que nos va la marcha, lo otro nos resulta aburrido, poco atractivo y nada interesante). Eso la hace sentirse amada, útil y realizada. Ayudar a su pareja, cuidarle y solucionar su vida cuanto más tormentosa y complicada sea, mejor la hace sentir. Eso le da una gran sensación de poder y de dominio sobre el otro. Es una gran tarea y una aventura trepidante que ella no tiene en su vida.-Sé que este párrafo me va acostar quedarme sin algunas amigas, pero bueno este blog ya ha acabado con mi vida sexual en una ocasión así que no pasa nada, ya lo contaré algún día-. A mí me dió mucha rabia y me escoció mucho darme cuenta de esta realidad y reconocerla. Pero así es, a las mujeres que amamos demasiado nos apasiona solucionar la vida de nuestra pareja porque en la mayoría de los casos no tenemos ni pastelera idea de cómo solucionar la nuestra. Arreglar la vida de otro es más fácil porque lo hacemos con todos nuestros novios, menos arriesgado (no es tu vida, es la suya), menos doloroso (esto sólo se puede entender si alguien ha hecho terapia)...

Por ejemplo: la mujer que ama demasiado se enamora del cachorro abandonado porque la necesita por abandonado, del Don Juan porque necesita ser salvado de su donjuanismo; nunca le han amado y ella lo cambiará con su amor. Luego en última instancia, don Juan también la necesita para ser feliz. Y el hombre Ikea... El hombre Ikea es el súmum de todos. Es lo que Victoria Secret en cuanto a lencería. Ese sí que la necesita, luego ese sí que resulta súper atractivo, el hombre Ikea es un pozo de necesidad, hay tantas posibilidades en él, tanto que hacer, que darle, que reparar.... Los problemas con las drogas o el alcohol suman puntos -sarcasmo- en cuánto a su atractivo. Me explicaré, el hecho de que tu pareja “deje las drogas o el alcohol por ti” (cosa que por cierto no va a pasar chicas, lo siento, vuelven a ello). Rehabilitar a alguien, como decía, nutre nuestra soberbia, nutre nuestra autoestima, te produce un subidón como el que a él le produce la sustancia a la que es adicto. Los psiquiatras suelen decir que las parejas de adictos son co-dependientes, es decir, dependientes (psíquicamente) de sus parejas del mismo modo en que ellos lo son a las drogas o al alcohol. -Pienso escribir sobre esto más adelante, es una amenaza que cumpliré mañana.

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