miércoles, 10 de octubre de 2012

La vida era bella con Guido

-Se está ahogando.

Ellas dos lloraban pero ella no. Gritos, llantos, sollozos dos pares de ojos grandes llorosos y azules la miraron desde sus sillas, ella estaba de pie, los golpes se paran mejor así y ella lo sabía. Los ojos de su madre y hermana rogaban intervención y ayuda.

-Dígame si podemos hacer algo -se apresuró a decir, el veneno le corría por dentro, ya habría tiempo de pensar en eso más tarde, toda su vida nada menos. ¿Se está acabando todo? se preguntaba. Había trabajo que hacer, estaba al mando de la situación.

-Empezar a sedar con morfina.

Gritos, llantos, más gritos, sollozos y súplicas. Ella puso la mano en sus hombros y cerró los ojos deseaba parar el golpe, deseaba más que nada que no lloraran, sus llantos eran un fracaso de ella, debía protegerlas, no había podido protegerlas porque estaban destrozadas, estaban llorando y era su deber que estuvieran bien. Ella no lloraba, habló claro:

-Bien, que no sufra, les avisaré en planta, déjenos unos minutos...

La doctora ya no miraba a la madre, la miraba a ella, en todo momento fue así.

-Bien señorita, dé el aviso cuando considere que debemos empezar la sedación, es lo único que se puede hacer.

Es lo único que se puede hacer. Es lo único que se puede hacer. Es lo único que se puede hacer. Es lo único que se puede hacer. Es lo único que se puede hacer. Es lo único que se puede hacer. Es lo único que se puede hacer. Es lo único que se puede hacer.

Salió del despacho, no veía bien, todo era borroso, se iba a desplomar, oía a la gente ¿qué ha pasado? ¿qué le ha pasado? -le preguntaban, la estaban mareando, la cogían, ella se zafaba. Sin ver a nadie ella articuló “se está ahogando” fue cuanto pudo decir. Fue corriendo a un baño vomitó, no podía quedarse allí quieta, corrió, empezó a correr pero a dónde ir, subió las escaleras, ¿llegará a la habitación? ¿llegará con vida una vez más? ¿estará despierto? ¿Vivo? ¿muerto?

Corrió hacia un ventanal pensando como sería saltar mirando por él, esas cristaleras la invitaban, no podía suicidarse había trabajo que hacer. Llamó a la única persona que quería escuchar. Ella sabía que estaba hablando pero no se la entendía, la ansiedad no la dejaba articular bien las palabras, los miembros agarrotados, ahora sí empezó a llorar, paró en seco al oír su voz:

-Te necesito a ti, tienes que venir, nunca te he pedido nada, por favor es lo último que te pido en mi vida, si alguna vez yo te he importado tienes que venir, dónde quieras pero tienes que estar aquí conmigo... ¿No vas a decir nada? -Sólo silencio al otro lado del auricular, más silencio ella intuía su ansiedad, lo conocía demasiado bien pero ella le quería ahí, necesitaba al hombre y no al niño y le importaba una mierda su miedo, él tenía que estar ahí con ella, más silencio.- Siento habértelo pedido, haz lo que quieras, no debí pedirte nada nunca, siento haberte llamado.
-Espera...-él no podía respirar, no podía salir de su habitación, el niño no iba a ser hombre de la noche a la mañana- no puedo, quiero ir y no puedo, necesito pensar.
-Él no dispone de tanto tiempo... haz lo que quieras.

Colgó y ella observó su propia cara en el reflejo del cristal, ojerosa, demacrada, había perdido peso, mejor así que ser un barrilete cósmico. No quería comer sólo fumar compulsivamente, se oyó un ruido en el pasillo... volvía. Le estaban trayendo a la habitación ¿vivo o muerto? ¿vivo o muerto? ¿muerto? ¿vivo? Algo la arrastraba a a caminar por el pasillo hacia la habitación pero no andaba ella, ella estaba fuera de sí. Vuelve joder, -le exigía su anciana Rotenmeyer interior ¡vuelve a ti y no seas cobarde!, ¡vuelve! -la zarandeó- pon buena cara, sonríe, alegra la cara va a abrirse el telón, todos los focos apuntan a ti, eres la jodida protagonista de esta historia, sin ti no hay obra, es unánime tu nombramiento. ¡¿Quieres que él te vea así?!, ¡¿quieres que ellas te vean así?! “Me duele el pecho y el estómago” dijo su niña interior con atrevimiento “estoy muy asustada” ella le propinó un sonoro bofetón y le gritó ¡espabila!, sonríe, prepara una broma, un chiste, haz lo que sabes. 
Umbral de la puerta. Telón, foco de circo sobre ella dilatando sus pupilas: vivo, le veía con vida una vez más. ¡Acción!

-¡¿Qué?! ¿si no la lías no estás contento? Deja de acaparar enfermeras que dice mamá que ya no estás para estos trotes -había dos pares de ojos azules atónitos que la miraban esforzándose por sonreír, a los más jóvenes ella les dedicó un guiño fugaz para indicar que todo marchaba bien. - Como te gusta ir de excursión por los pasillos en una cama de ruedas, nos la podemos llevar a casa y competir por el pasillo...
Él la miraba, con la sonrisa más tierna del mundo.
-¿Dónde estabas Nemesia? ¿ya has cenado?
-Ahora voy a comerme un pepito de lomo gigante, estoy muerta de hambre. Hacen unos pepitos deliciosos aquí con queso y cebolla como a mí me gustan.-no pienso volver a comer en mi vida, he dejado de comer a propósito, si muero yo antes no tendré que ver nada de toda esta mierda, y no puedo hacer nada de todo eso porque hay trabajo que hacer- ¿Quieres que te traiga uno?
Él la miraba satisfecho, si sus hijas comían y estaban bien él estaba bien. Ella era el espejo y lo sabía, era un espejo risueño, feliz y muy buen actor. ¿Estoy actuando bien? -Se preguntaba ella. Mientras todos crean lo que hago y digo estoy actuando bien- se repetía .
-¿Pa amb oli? Tienes cara de querer pa amb oli como el que te he traído para desayunar, venga todos a cenar que se hace tarde y luego tengo que hacerte la pedicura.
-Me apetece un poco de membrillo hija...
Ella salió a por el membrillo de la nevera común, había trabajo que hacer, aún había trabajo que hacer afortunadamente...
***
Fingió que iba a cenar, qué patraña, al menos no era una patraña ruin como fingir orgasmos. Al menos era un mentira que hacía feliz a todos y no sólo a uno, a ella le gustaba hacer feliz a todo el mundo, al menos aún podía mentirle porque él aún vivía... Había trabajo que hacer.

De pronto ella vió a su amor, el que partió en un barco en el muelle de san Blas, se encontraron en la puerta, ella gritó su nombre “como si ese nombre disparado por la puntería de un cañón la matara, como la maldita mano asesina de ese hombre asesinó a su pariente”. Se abrazaron, lloraron, no se soltaron, él también lloraba, la besó, se besaron, lloraron más al mirarse. Ella era la gratitud hecha mujer. Él había venido, había venido, había venido, no la había abandonado en el peor momento de su vida.

Nunca más iba a haber Navidad pero ese día de diciembre ella jura que fue Navidad.

"Dicen que a través de las palabras el dolor se hace más tangible, que podemos mirarlo como a una criatura oscura, tanto más ajena a nosotros cuanto más cerca la sentimos".


1 comentarios:

Marga_Luna dijo...

Tengo la necesidad de decirte algo, algo que te haga sentir mejor...pero no hay palabras que alivien este dolor...y tampoco puedo compartirlo contigo...ni tan sólo imaginarlo...cualquier padre estaría orgullosisimo de tener una hija como tú

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