lunes, 26 de noviembre de 2012

Abstinencia en Palma

El hombre.

César y yo hace unos pocos años que somos amigos, luego fuimos amantes, más tarde en la aritmética del amor yo quise un signo más y él quería un igual o un menos incluso, él añoraba a su ex decía, "pero tú me encantas" decía... Así las cosas nos dijimos adiós pero en vez de cantando como Amaral, nos lo dijimos llorando con labilidad. Después por decirlo asépticamente él me hizo daño. Mi orgullo y yo nos indignamos profundamente le odié como Scarlett O'Hara odiaba a Rhet Butler -es que así queda más gracioso y peliculero la realidad no es tan teatral y dolió más, además él se le parece tiene esa sonrisa canalla y cautivadora, amén de algunas perlas que dice y dedica-. Así que como es obvio me juré odiarle siempre, después lo que pasó fue el tiempo y que me dí cuenta de que no es sano odiar tanto -(tiempo).

Respecto al más y el menos ya sabéis que los polos opuestos se atraen... y ¿sabéis ese capítulo de sexo en nueva york en que Carrie viaja hasta Atlantic City para ver a Mr. Big en tren (con su horrible grano incluído) y Samantha? Para los que no, brevemente; Carrie está deseosa de acostarse con él, de tener sexo por diversión y sólo sexo porque le gusta el sexo con Big. Entonces ella llega presenta su libro basado en su columna y Big se comporta como el perfecto caballero; no quiere tener sólo sexo con ella (ahora que ella sólo quiere eso con él), la lleva a a cenar le comenta todo lo que ella ha escrito (casi se sabe el libro de Carrie de memoria) y ya en el hotel (en la cama del hotel) Carrie no deja de decirle que deje su libro que él ya no le hace daño, que por favor sólo quiere acostarse con él y que olvide el maldito libro, que eso fue hace mucho tiempo, que ella ya no siente lo mismo, que se tumbe en la cama con ella y el otro erre que erre con la página 33 y citar frases del libro. “Niña, sabía que te había hecho daño pero no tanto, lo siento muchísimo, creo que es mejor que no nos acostemos, no soportaría volver a hacerte lo mismo ahora que ya lo sé”. Bien, lo he vivido, es una realidad, obvio que yo no he escrito un libro como Carrie, ni soy columnista de éxito ni comparable, pero si tienes un blog estas cosas pasan. Me hizo gracia ver ese capítulo en televisión justo pocos días después de que me pasara a mí... Increíble pero cierto que escribir te juegue estas malas pasadas. Yo por supuesto, pasada la furia del primer momento me lo he tomado con humor. He aprendido que como todo en la vida, y César no es excepción, hay que tomarse las cosas con humor y con humor las escribo.

Algo malo, algo bueno.

César no es un hombre de los que expresa una opinión y la mantiene en el tiempo (con respecto a mí). Su opinión es voluble como su ánimo, de todos modos le acepto como es, pretender cambiarlo es manipularle e ingenuidad por mi parte y odiarle es orgullo. Él ya era así y yo lo sabía, -antes de que nuestros labios se alegraran de volver a verse-. Esto lo escribo aquí enmedio porque no me decido si es malo o bueno, pero como dice Fito “fue divertido me equivocaría otra vez”.

Algo bueno es que es un hombre que sabe besar (tal vez fue a una academia y luego se licenció cum laude, no está contrastado), ¿alguna vez os han besado y habéis sentido que no podíais respirar? Eso son para mí los besos de César y nadie nos ha hecho sentir lo mismo; ni a mí, ni a mi cuerpo con sólo un beso; eso es lo que los babilonios y yo llamamos una putada y no me refiero a la foto del disfraz de Halloween mitad puta, mitad hada que subí a facebook.

Tal vez el hombre César está en lo cierto cuando dice que la atracción es una cuestión meramente química, yo no sé si es química, física o biología... Sólo entiendo del microclima tropical que siento en el ambiente cuando le tengo cerca, pasión lo llaman algunos historiadores...

Pero cuando entre dos personas hay chispa, o saltan chispas si están cerca el uno del otro, a veces se cortocircuita y eso le pasó a mi atormentado César. (Atormentado lo digo por tormenta eléctrica, da igual, era muy malo incluso para mí jajaja).

Con las primeras chispas y fogonazos de nuestra reconciliación amistosa pero tropical decidimos ser amantes, amantes de alcoba; no de los novelescos románticos, ni tampoco amantes que se aman como en los puentes de Madison. A los cuatro días, César, al igual que ya lo hizo Big años antes, decidió que no quería hacerme daño y que no era sano que fuéramos amantes que quería ser un caballero hacer las cosas bien conmigo y que fuéramos amigos(¿véis por qué digo que su opinión es inconstante? ¡4 días!). Se disculpó por todo el daño que me hizo y él desconocía, ya que contra todo pronóstico había leído mi blog y una carta mía de la Era de los Metales que le escribí cuando lo nuestro se hundió como el Titanic.   Mi orgullo de mujer y yo, nos indignamos con ligeros chubascos de fuerza de carácter leve a moderado y dejé una vez más pasar el tiempo porque eso es algo que he aprendido de los chicos, dejar pasar el tiempo y hacer “como si nada”. Entonces, metafóricamente hablando, con el ceño fruncido y los labios apretados por la rabia, guardé de nuevo en el cajón la lencería sexy y bonita de amante patrocinada por intimissimi cambiándola por vestirme de amiga; un vaquero una camisa a cuadros de leñador y unas botas tipo Dr. Marten's, “venga va, sí, vamos a ser amigos yo seré tu amigo con tetas y me vestiré metafóricamente como tu colega de la taberna. Pero eso sí, con los labios pintados en carmín que una es muy presumida y aunque seamos amigos yo me siento muy mujer”. Me estoy esforzando por ser comprensiva, comprendo que primero quiera ser amantes y luego cambie de opinión y me diga que no es sano y que seamos amigos que quiere ser mi amigo y muchas cosas más, puedo entender muchas cosas, pero no tan rápidas, claridad y coherencia por favor señor, gracias. Al fin y al cabo, acabo de aprender a perdonar...

A partir de ese momento, vestida yo a cuadros y botas -como he descrito metafóricamente- y un tanto incómoda aún, porque yo prefería divertirme un poco con la otra vestimenta y con él. Resulta que fuí yo sola la que se esforzó por ser amigos, él iba poniendo distancia y trabas a nuestra amistad porque claro, yo estoy "enamorada", o no quiere hacerme sufrir porque "yo siento algo más" y no quiere "que se confundan las cosas" (según él) se lo han dicho mi carta, mi blog y “mi actitud” de mi actitud hacia él podría hablar mucho, pero no hoy.
      Resulta que el hombre que sabe besar no acepta que yo quisiera lo mismo que él por una vez, ¡qué miedo les da a algunos hombres una mujer que sabe lo que quiere!, o tal vez sólo les da miedo una mujer, una mujer de las de verdad... Perdonádme ya paro, que sino empiezo a despecharme y ahora soy super hippy -flowers amo y perdono a todo quisqui...
Entonces como decía, me dí cuenta de algo fatal, por mucho que yo me explique y le hable él va a seguir pensando lo que piensa o lo que quiera y en su derecho está de pensarlo, esto es: que yo le guardo amor eterno, o al menos que tengo mi Elie Saab Pronovias almidonado en casa esperando para cuándo él se decida, o bueno ya puestos en el mundo real que quiero ser su novia y comer con sus padres los domingos, ¡ah! Y ver qué tiempo tan feliz haciendo manitas y piececitos porque yo es que soy de un meloso subido... Yo entiendo muchas cosas que le pasan, entiendo muchas cosas que piensa, comprendo muchos sentimientos, pero hoy simplifico hablando de mis sensaciones y no de las suyas. Comprendo y acepto, comprendo y respeto, comprendo y entiendo... Yo sé lo que son amigos, César también porque tiene muy buenos amigos. Esta es la cruda verdad que él no me dirá en voz alta pero ya lo hago yo, no pasa nada, le ahorro el trago: César y yo no somos amigos, él no lo dice yo sí, no lo digo con rencor; comprendo acepto y respeto. No sé si actuando como si lo fuéramos lo seremos, algún día y aunque todo esto es el recuerdo de un esguince en un día nublado como presagio de tormenta, tampoco me roba el sueño. Estoy en paz y tranquila, he perdonado.


      Así que por estas cosas y otras que me guardo para próximas ediciones, estoy haciendo lo más difícil de todo, no por César, sino por mí: no hacer absolutamente nada con respecto a este tema.

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