martes, 29 de enero de 2013

Mi cumpleaños

En orden “andrológico”

Me he inventado esta palabra juntando la palabra“andros” que como sabéis significa hombre. Y de la palabra cronológico, de “cronos” que significa tiempo” y lógico cuya cuarta y quinta acepciones son por este orden; dicho de una consecuencia: natural y legítima. Y por último, algo lógico es algo dicho de un suceso: cuyos antecedentes justifican lo sucedido. Así que ya sabéis con toda esta parrafada que significa andrológico. -Perdón por este delirio etimológico pero el origen de las palabras me gusta mucho y todo esto que he escrito me parece importante con respecto a lo que quiero contar a continuación.



     Para mí los cumpleaños son un momento de reflexión y mi vigésimo sexto aniversario está cerca. Hace cuatro años que no celebro mis cumpleaños y no recuerdo cuánto hace que no soplo unas velas; no es que no me gustaran, siempre me habían gustado las fiestas de cumpleaños. Siempre he pensado que son una forma de celebrar que seguimos vivos, de recordar nuestro nacimiento a la vida, de sentirnos queridos y acompañados por aquellos que nos quieren, es un día especial dónde, al igual que cuando éramos niños, todas las miradas y atenciones son para nosotros. Son una muy tierna ocasión de sentirse amado por ver que otros participan de la alegría del simple hecho de que tú existas porque naciste. Celebran que están contigo ese día porque te han conocido, porque eres y porque estás en sus vidas de algún modo.



     Siempre, desde niña, porque ya desde niña era rara, me he preguntado por qué hay menos personas en el cumpleaños de alguien que en su funeral ¿no es acaso más lógico celebrar una fiesta de cumpleaños y compartirla con quién cumple años que acudir a un acto tras su muerte dónde esta persona ya no está?, ¿por qué a la gente no le da apuro no ir a un cumpleaños o no felicitar -y me incluyo- y sin embargo si esa misma persona falleciera lloraríamos sinceramente por él o ella y acudiríamos a su funeral?, ¿por qué vivimos en un mundo dónde no nos tiembla la voz o no nos importa vejar e insultar hasta hacer puré el corazón del otro pero nos avergüenza, hasta el punto de callarlo, decir cosas como; “me importas muchísimo”, “te quiero”, “me encanta tenerte en mi vida”...? Decir cosas buenas o bonitas a alguien o de alguien nos parece cursi, mucha gente espera a que esa persona haya muerto para decir eso de “qué bueno era”, “no había otra igual que ella”... Desde 2008 aprendí a no esperar para expresar mis emociones, desde entonces fui y soy oficialmente rara. Ese fue el último año que celebré mi cumpleaños.



      El 1 de febrero de 2009, Alejandro -que obviamente no se llama Alejandro-, el amor y hombre de mi vida y la única persona que me ha hecho desear cosas tan grandes como ser su esposa hasta que la muerte nos separe y convertirme en madre con él. Tuvo a bien y le pareció lo más oportuno llamarme por teléfono para, por este orden; felicitarme y comunicarme que se había acostado, la noche anterior a mi cumpleaños, con su nueva novia. No contento con esta muestra de consideración, caballerosidad y gentileza continuó explicándome con todo lujo de escabrosos detalles su primera relación sexual con la que hoy es su novia, estableciendo toda clase de comparativas calificativas entre ella y yo que no dejaban a su, en ese momento, recién-novia en muy buen lugar, motivo por el cual él me decía que yo debía de sentirme halagada. No me siento con fuerza de escribir ni explicar nada más sobre este desagradable asunto porque ni siquiera la ironía ni el humor que me caracterizan y con el que he intentado contar esto consiguen que, aún a día de hoy, me duela menos. Algún día escribiré el contexto de la esperpéntica historia, la cual me da para un libro...

No le daré la culpa a Alejandro de no haber vuelto a celebrar mi cumpleaños ni de por supuesto, no haber vuelto a tener nunca más un cumpleaños feliz. Sólo hablaré de mí y de que desde entonces no he sido lo suficientemente fuerte como para sobreponerme a eso, no he sido lo bastante fuerte como para enfrentarme a celebrar mi cumpleaños con una sonrisa y pasar a otra cosa... No he aprendido a reponerme de su golpe fatal, del cual soy consciente de que “ya ha llovido” y que soy joven y merezco tener un cumpleaños feliz, pero desde ese día pensar en celebrarlo, me recuerda todo aquello y no he sido fuerte para enfrentarme a eso, ni lo bastante valiente.



El 1 de febrero de 2010 fue el último cumpleaños en que mi padre pudo felicitarme y yo pude disfrutar de su compañía, guardo como un tesoro sus palabras. Recordó por vez 4483248575848 el primer día que me trajeron desde el hospital a casa y como lloraba él de la alegría... Cosas de padres...

Alejandro me felicitó este año con un mensaje de texto -pues aún no había whatssapp- un mensaje de texto, vuelvo a repetir para poder aceptarlo y creerlo. La culpa no es suya de nuevo, supongo que es mi responsabilidad ponerme existencialista y pensar lo que, con toda seguridad, sólo debo de pensar yo sola acerca de los cumpleaños de las personas. Me causó mucho dolor, tristeza y rabia ver que a lo que más he querido en la vida después de mi familia, le bastaba con gastarse 0'15 céntimos de €, impuestos indirectos no incluídos para felicitarme y acordarse de mí, dado que yo había compartido siete años de mi vida con él entre otras muchas cosas. No fui lo bastante madura como para aceptar que eso era absolutamente lícito por su parte dado que él tenía una novia nueva y entonces, toda mi filosofada sobre que esta es la única vida que podemos compartir y celebrar el día del inicio de mi existencia en el mundo y que nos habíamos cruzado dos existencias, él y yo, en una misma vida, eran como siempre, cosas muy profundas que sólo yo pensaba y que sólo yo sentía. Tonterías y cursiladas que en el siglo XX no vienen a cuento...

Yo, poco después de mi anterior cumpleaños, el de “felicidades me he tirado a otra”; traté de sustituir a Alejandro con Samuel, me quedé en el muelle de San Blas esperando a Alejandro, pero allí encontré a Samuel, yo no sabía estar sola y entonces me creé la necesidad de tener a Samuel porque no tenía a Alejandro, se llama sustituir y obviamente no lo conseguí, pero Alejandro me había sustituído y yo no podía ser menos... No hace falta que diga que no salió bien, el día de mi cumpleaños en 2010, Samuel y yo no llevábamos ni un año juntos aún y tuve que mendigarle que se tomara algo conmigo por mi cumpleaños, yo como no sabía estar sola, me conformé con mendigarle afecto y compañía y con las limosnas emocionales que él me daba.



El 1 de febrero de 2011 mi padre había muerto hacía casi dos meses y yo ya tenía clarísimo en la vida con ello, y absolutamente confirmado, que no había nada en el mundo que valiera la pena ser celebrado. 
Fui al bar de siempre, había un amigo, una amiga y César. Cerramos el bar. César me dio un abrazo por mi cumpleaños a las doce en punto, él ya me gustaba en secreto pero soy una actriz maravillosa y esperé casi un año para decidir hacer la apuesta más alta; apostar lo que me quedaba de corazón por él y tener algo juntos. Esperé tanto porque mi relación con Samuel me había dejado en ruinas emocionalmente hablando; yo no sabía estar sola, amé demasiado y sufrí demasiado. Además, mi padre sólo hacía casi dos meses que había muerto y si en algo me identifiqué con “Romeo y Julieta” es con la frase de: “los momentos de dolor no son para hablar de amor”. Así que ahí, en ese momento y ese lugar, en la barra de aquel bar empecé a proyectar en César todo lo que yo necesitaba ver, necesitaba creer y también sentir. Desde ese día fue mi querido complemento circunstancial de tiempo y de lugar inolvidable.

       De nuevo, César no es culpable de nada y en cualquier caso eso no importa porque se trata de mí y no de él. Él con toda seguridad no podía figurarse ni por asomo desde cuándo y cuánto necesitaba yo que alguien me quisiera por culpa de no saber estar sola y afrontar mis problemas sola También sin mi padre, lo cual era una nueva soledad muy real y muy dolorosa que yo no quise enfrentar. No fui de nuevo, lo bastante fuerte como para decir no a esa historia. Necesitaba creer en algo tras morir mi padre, necesitaba creer que no estaría sola con semejante dolor y con semejante pérdida. Quise creer que desde aquel día él me abarazaba a mí y no sólo mi cuerpo, me lo quise creer y me lo creí. Lo hice todo yo sola porque tenía muchas ganas de vivir un gran amor y de ser feliz con él en vez de enfrentarme a lo que me había pasado. Todavía no he podido perdonarme el hecho de haberle necesitado tanto y de haberme creído que sólo porque mi padre había muerto tenía que ser él quién me quisiera. Llegué a presionarle e incluso “manipularle”, vendiéndole lo feliz que yo podría hacerle, lo feliz que él podría ser conmigo. Él no quería ser feliz conmigo, él quería ser él y yo no se lo permitía porque no sabía estar sola y le necesitaba muchísimo. Él simplemente no me quería como yo a él y yo no había aprendido a perder, aún con todas la veces que ya había perdido. Y me siento profundamente avergonzada por no haber sabido ser más fuerte, más independiente y más madura como para retirarme como una señora cuando él dijo: “yo quiero a otra”. Sentí el orgullo herido y la vergüenza de no haber visto a tiempo que él no me quería y que nunca lo había hecho, no al menos de la manera en que yo le necesitaba. No pude asumir estar perdiendo otra vez, otra pérdida más junto a la titánica pérdida de mi padre, fue casi insoportable... Y todavía me repito que tengo que perdonarme por eso, que en ese momento pocas opciones me quedaban siendo yo una perfecta dependiente “mujer que ama demasiado”...

P.D: Alejandro mandó un whatsapp de felicidades con un emoticono.



      El 1 de febrero de 2012 César entraba en el bar de siempre con la chica con la que empezó a la semana de terminar lo nuestro. Yo me fui con mi coche a llorar a casa de mi mejor amiga junto a la chimenea y a tomar infusiones y eso es lo que debí hacer antes de embarcarme en ninguna sórdida “historia de amor” con nadie. La culpa es mía por haber esperado un príncipe rescatador de mis tragedias, no de César. Debí llorar por haber perdido a mi padre y no regalarme a César por no estar sola.

P.D: Alejandro no me felicitó, siendo la primera vez, en los diez años que hacía que nos conocíamos que no me felicitaba, al mes dijo que se le olvidó.



     Se acerca el 1 de febrero de 2013 y desde los hechos acontecidos con César, me juré solemnemente no necesitar nunca más demasiado a ningún hombre de la manera en que los necesité a todos y en último lugar a él. Decidí aprender -con perdón de la expresión- a “joderme” y estar conmigo. A estar con mi dolor por la pérdida de mi padre y con mis asuntos; si me lo permitís, dicen quiénes me quieren que lo estoy haciendo bastante bien...


Supongo que ya por fin debería celebrar mi cumpleaños de alguna manera, pero eso me hace lidiar con la culpa. Mi padre está muerto ¿y yo voy a celebrar mi cumpleaños? Él lo querría y lo sé pero yo no me siento bien con esa idea... No sé que haré, ni si haré algo, pero lo positivo por fin, es que estoy sola o mejor; estoy conmigo. Y como no hay ningún hombre a la vista, ninguno podrá hacerme daño el día de mi cumpleaños. Estoy muy contenta por el simple hecho de que como no tengo a ninguno, no tendré que recibir la llamada de “felicidades, me he tirado a...” Ni mendigar un café, ni verle entrar en “nuestro sitio” con otra. Nada de eso podrá pasarme por fin porque no hay nadie, así que sea como sea este cumpleaños sólo puede ser mejor que los demás desde que no lo celebro. No sé si será un feliz cumpleaños, pero al menos este aniversario no puede ser peor que los anteriores, al menos es muy poco probable...



viernes, 18 de enero de 2013

Esta madrugada

 No es una madrugada cualquiera...

     Qué rápido ha pasado el tiempo que ya me tiene aquí otra vez arrastrada hacia mis propias profundidades, esas que a mí me gustan y que a muchos otros espantan. Necesito la profundidad en estos momentos porque sé que así me desenvolveré bien en la superfície...

      Unas veces me parece un parpadeo y otras dos siglos de cuatro febreros consecutivos sin tu piel ni tu abrigo, como aquél... Puedo racionalizar que mi corazón y mi cabeza están en guerra y que sólo voy a concederles audiencia unos minutos esta madrugada porque para mí no es una madrugada cualquiera, así que digo esto porque en realidad estoy bien, estoy mejor pero esta noche voy a bucear un rato.

      Te voy a regalar los minutos de esta canción. Me los voy a regalar a mí en realidad porque aceptar no significa dejar de sentir pero sí soltar, empiezo a entender eso, tengo que soltarte, tengo que soltarme de tu mano otra vez, no voy a reprocharme que ya tendría que estar hecho, no necesito ayudarme a sentirme peor sino mejor... 


      Sé muy feliz, eso me gustaría mucho aunque ahora llore lo digo de verdad. Me gustaría que haber renunciado a salvarte nos hubiera salvado a los dos. Eres la primera vez que renuncio a salvar a alguien y no te olvidaré porque me has regalado la oportunidad de salvarme, o más bien y mejor dicho, sospecho que esto último también lo he hecho yo sola...     

     El tiempo nos ha dicho que lo estamos haciendo, mi pequeña cicatriz, cada uno a su manera porque cada uno está en su camino y así debe ser. Me ha dicho el tiempo que así debe ser... Quiero que seas todo lo feliz que puedas, yo también quiero serlo. No puedes escucharme ahora ni sabrás lo que escribo pero te deseo toda la felicidad que puedas sentir dentro de ti y lo lanzo al destino para que te llegue. Te deseo la felicidad que tú no hayas podido siquiera imaginar y más de la que yo pensaba darte y eso es mucho...

     No me necesitas, nunca lo has hecho, sé que no crees demasiado en ti pero puedes creerme cuando te digo esto, tal vez entre los dos, cada uno por su lado y tú con ella, puedas creerlo y yo también. Yo debo creer que tampoco te necesito, realmente no se trata de fé porque veo y voy viendo ya todo lo que he hecho sin ti y no puedo creerlo, pero lo estoy logrando sin ti mi pequeña cicatriz. No fue fácil, pero ya no temo a los desafíos. De hecho, cuando me derrotaste tras tus abrazos, llegué al punto de esperar los desafíos impaciente, después de ti luché contra todos mis demonios a la vez, con más impaciencia que miedo.

    Entré en un cine sin ti y me fui de viaje sin ti, tuve mis pesadillas sola, aquellas que te contaba de madrugada... Dejé de fumar aunque os vi besaros y abrazaros muchas noches, esto último me hizo muy difícil ser fuerte, ir al gimnasio y no fumar, pero parece ser que no lo hizo imposible porque además fui a clase e incluso aprobé. Estuve sola y maté mis miedos sin ti porque así es como se debe luchar y ahora lo sé, o como quiero aprender a hacerlo... Me duele no tenerte con nocturnidad -ya que es cuanto podría tener de ti- y te añoro pero como dice la canción quiero “recordarte que es mejor así, recordarme que es mejor así y que es menos peligroso estar sola que cerca de ti”.

   Está todo bien así, tú estarás bien y yo también. Ella o quién sea va a quererte; tanto, más, o mejor que yo. Quiero ser humilde por una vez y tragarme el orgullo y dejar que otra te quiera cómo o cuánto a ti te plazca porque es tu vida y si quieres llenarla con otra u otras ¿qué pinto yo? Toda reina debe saber hacer una reverencia y retirarse dignamente, esta es la mía, me retiro derrotada porque en la vida hay derrotas y quiero asumirlas. Te dejo ser feliz como tú quieras, con quién tú quieras, o sin nadie y sobretodo sin mí. Estar sin mí es tu deseo más evidente para mí, así que te libero de mis deseos de ser feliz contigo. Y si hay justicia en el mundo yo tendré lo mismo y sino, me tendré a mí, esta vez me tendré a mí y por eso no estaré sola.

    Si alguna vez me creí fuerte fue antes de ti, pero luego tú lo dijiste y tuve que serlo más y también lo fui. Lo soy. Aprendí que no te necesito para ser fuerte. Aquella madrugada recogí todo lo que admirabas; mi fortaleza, la intensidad con la que dijiste “te admiro muchísimo, no sé como puedes hacer todo lo que haces, me encanta eso de ti”. Barrí mi fuerza y lo que quedó de mí del suelo de tu casa, aquella noche qué hiciste añicos lo nuestro y me quedé esos pedazos barridos y guardados cuidadosamente. Me quedé mi fuerza y me quedé conmigo, he vuelto a componerlo y me está quedado muy bien. Sólo yo aprecio la diferencia, pero aún no he terminado del todo, confío en que cuando acabe no se notará...

      Espero que me falte menos para perdonarme todo lo que yo sola me creí y el daño que me dejé hacer, dejé que me dolieras porque parecía tan claro que tenías que ser tú que me siento profundamente avergonzada. Lo tenía muy claro porque él había muerto y eso te hacía importante, odio no haber sido más fuerte para no necesitar tu cariño en el peor momento de mi vida, no pude ser fuerte para evitar necesitarte y te cargué con ese deber y esa es mi cruz, poco me importa que sólo tenga sentido para mí. Necesito decirme esto en voz alta, no hace falta que me escuches, ya lo hiciste, ya te asusté con mis profundidades al decirte esto mismo. Nunca debí cargarte con el deber de que fueras tú quién me rescatara de la muerte de mi padre, de la tristeza... No debí cargarte con mi ilusión ni con mi expectativa, sólo puedo defenderme diciendo que tenía que salir bien porque yo quería y me equivoqué, no te pregunté, lo di por supuesto, di por supuesto que tú querías lo mismo... Me produce mucha vergüenza haberte cargado así, pero no tuve el valor suficiente para no necesitarte y no sabes como me lo reprocho, tanto que te guardé rencor todo el tiempo que pude, para no ver que fui yo y sólo yo... Me resultaba muy fácil tenerte del modo en que nos teníamos y eso tampoco es culpa tuya, no te sientas culpable por favor; ni mía, sólo fue mi elección cobarde para no entrar en el dolor que entraña una muerte. No fui valiente para elegir el dolor antes que a ti, no supe ni pude ser valiente para no luchar ferozmente por ser feliz contigo sólo porque tú estabas ahí, en ese circunstancial de tiempo y lugar. Me confundí con mis ganas de que alguien me quisiera por una vez en la vida y me ayudara con todo el peso que llevaba encima y sólo puedo decir en mi defensa que era -(y aún algo es)-mucho. Tenía muchas ganas de que fueras tú, me hubiera gustado mucho, pero a ti no. Y primero no supe verlo y cuando lo vi, no supe aceptarlo porque me dolía demasiado perderte. Me dolió más perderte con otra, pero me habría dolido perderte en cualquier caso... Al menos, aunque barriéndome del suelo y recomponiendo mis pedacitos, te perdí a ti, pero me gané a mí. Así que no te sientas culpable y sé muy feliz con ella o con las que puedas o quieras, yo voy a seguir esforzándome por no sentirme culpable, tampoco, de haberte necesitado tanto como lo hice.

Adiós mi pequeña cicatriz, tengo que decirte adiós otra vez y las que me hagan falta, no voy a presionarme más de lo que hago, ni por decirte adiós otra vez, ni por nada. Quiero que esta ya me baste pero no sé si fue tan duro el olvido como volverte a ver...

Está todo bien, no pasa nada por vivir estas noches como la de hoy. Desde Londres todo esto será una anécdota más en la intensidad de mis profundidades. Sé que miraré el tráfico y llegará mi autobús rojo y sonreiré, aunque llueva y todo esto será un recuerdo más.

***


Esta canción me ha hecho mucha compañía mientras escribía, he sentido cada palabra como propia porque eso fue lo que me pasó y es lo que ha pasado.



Ha pasado el tiempo 
no he dejado ni un momento de pensar; en los viejos sueños,
en las noches de conciertos, en un bar...

Ha pasado el tiempo y no sé por qué te cuento esto, será que se ha ido la inocencia que llevo conmigo...Si será el dolor, este amanecer que me ha helado el alma quiero despertar porque no puede ser verdad esta mala hora. Esta madrugada que parece nunca acabar esta noche de angustiosa calma.

Va pasando el tiempo bajo el cielo sin estrellas de Madrid
pero hoy no encuentro la ilusión que me quemaba dentro.

Nada más llegar a esta ciudad que nos devora
dime dónde estás que te quiero ver

y dejar pasar esta mala hora.


 Esta madrugada
que parece nunca acabar
esta noche de angustiosa calma
Quédate conmigo
hasta que la luz se haga
esta noche oscura de mi alma.

Esta madrugada
que parece nunca, nunca acabar
quédate conmigo
hasta que la luz se haga
esta madrugada.

 

miércoles, 16 de enero de 2013

Mi clásico de cine

Conozco bien la película; no hace tanto tiempo desde la última vez que la rodé. Conozco el reparto, a mi "amado" actor principal... He oído hablar de esta nueva actriz revelación, sé lo que hará con ella, lo sé y lo veo con una mezcla de compasión y celos... Celos por no ser yo ¿pero quiero ser yo realmente?
 Conozco los decorados y siguen sin gustarme pero son familiares... Conozco el guión, el principio, el nudo y el desenlace fatal. Conozco cómo y cuánto duele...





La asistenta, Petrusca, me habló en el camerino, mientras me empolvaba la nariz.



-Olvídalo, deja los barbitúricos, deja de beber y fumar, deja a ese pobre diablo, no puedes volver a estos rodajes..

-¡Soy la diva Petrusca!, ¡la actriz principal!, bebo para calmar mis nervios, esa chiquilla no sabe nada del mundo... Tan pronto la posea él se cansará de ella... A mí no me importa esperarle.

-¿¡La actriz principal!? Yo sólo veo una estrella apagarse, sólo veo a una mujer atormentada consumiéndose entre bambalinas a la espera de un milagro... ¡Por el amor de Dios! Él es un casanova y tú lo sabes...

-Puedo despedirte tan pronto cómo me plazca, no lo olvides, Petrusca, tráeme otro brandy y ¡ah! No olvides pasar por su camerino y decirme si está con ella, quiero saber si la llevará a su hotel...

-Rita, ya sabes que está con ella... Encargó Moët Chandon, la docena de rosas blancas habitual y fresas.

-Bien, entonces ya queda menos... ¿Recuerdas cuándo lo encargó para mí...? Yo fui feliz, fui feliz en el pasado... ¡Cierra la puerta!, déjame sola. ¡Qué nadie me moleste!

-Rita, ház tus maletas, vé a Hollywood. Puedes dirigir e interpretar, conquístalos. No le esperes más, si no es ella será otra, nunca acabará, nunca será tu marido.

-No puedo irme sin él, no estoy casada... ¿Qué diría la gente? Ya sabes lo que piensan de una mujer soltera como yo y sola... ¡Y en Hollywood! No puedo producir y dirigir sin ser la esposa de nadie. Eso es cosa de hombres...

-A veces no hay que ser un hombre para labrarse la suerte de una, Rita, ¡se trata de tener pelotas! No de ser varón y te sobran agallas, por favor, excepto el pobre diablo que hace lo que quiere contigo, todos te toman en consideración y te respetan... Todos te admiran y valoran tu talento, él no lo admira porque no puede ver. Eres más grande que él y él lo sabe y te teme, no puedes empequeñecer por él...

-Estoy demasiado borracha para seguir esta conversación, ¡traéme otro brandy ahora!

-Claro Rita, llórale y bebe, sigue lanzando bocanadas de humo al espejo porque a él le pareces muy sexy al hacer eso, luego vuelve a tomar otra copa... Pero eso no hará que él te ame, ni que salga de su camerino dónde se divertirá con todas las jóvenes actrices de esta ciudad ante tus tristes y ebrios ojos que lloran por un hombre que no vale lo que el tabaco que fumas... Tu destino no es acabar entre alcohol y barbitúricos como la ambición rubia, él no es tu gran amor, es tu último dolor...

¿Sabes qué desearía? Desearía traer tus toallas de algodón egipcio dentro de un año y no encontrarte aquí. Desearía ver una nota sobre tu tocador que dijera. “Querida Petrusca, dos puntos, estoy en Hollywood, dónde pronto estrenaré mi película, la cual dirijo e interpreto. He cambiado el final, ya no muero al final de la película y él se queda con la joven actriz revelación.

El nuevo final es: yo cojo un avión y él está en su casa. Llora sentado en la cama de su dormitorio mientras su nueva mujer -a la que no ama- se pone una bata de raso en el baño en suite de la casa dónde viven. Ella se arregla frente al espejo dónde yo me miraba tantas noches y se sabe hermosa retocándose coqueta el pintalabios que ha de desaparecer a besos en unos momentos. Luego se atusa un poco uno de sus bucles rebeldes ajena a lo que a él le pasa mientras tanto. Gary llora silenciosamente, se le escapan las lágrimas de sus ojos egoístas sin que ella -su joven esposa Eva- lo vea ni lo note, sintiéndose bobo, porque va a hacer el amor, una vez más, con la mujer que tiene en el baño en suite de su casa y en lo más profundo de su corazón sabe que la que le habría regalado el mundo y le habría amado para siempre está cogiendo un avión y se marcha del país. Él, de soslayo se permite mirar la cama dónde tantas noches me abrazó y se lamenta, pero no le gusta la sensación ni puede asumirla, así que se prepara para yacer con la joven esposa que él ha escogido y con la que pretende llenar su vida sabiendo en el fondo y en la superficie que no la ama, pero tiene gran devoción en repetírselo a sí mismo. Cree mi pobre Gary, que a fuerza de repetirse que ama a la joven Eva la acabará amando y será feliz con ella. Entonces, apesadumbradamente, una voz en off representando la de Gary dice ¿si yo hubiera sido valiente y no la hubiera dejado marchar...?

Yo sonrío, tomo una botellita de soda en el avión, ajena a la escena conyugal y de alcoba de los amantes, ya no bebo ni fumo con la boquilla que me regaló él. Sonrío y aparecen los títulos de crédito.



Ya me dirás que te parece mi película, se estrenará pronto.



Soy feliz Petrusca, recibo tres docenas de rosas rojas cada semana con una tarjeta de papel crespón en color lavanda. Me he ganado el respeto de la crítica.

Voy a la ópera y al teatro a menudo con ese director ruso del que me hablabas y que decías que yo -y toda mujer con gusto- debía conocer. Ha insistido en cortejarme, no siento la pasión que sentía por Gary, pero me hace feliz y le amo por ello, no pienso volver a la ciudad...”


Voy a aprobar para subirme a ese avión. 
Me tomaré un grande mocha con doble shot de café y pasearé con la ciudad, no por la ciudad, sino con ella; de camino al trabajo, bajo el cielo encapotado pensando sólo en "va a llover otra vez, qué alegría". Trabajaré en los establos de Camden Town, en una pequeña tiendecita de segunda mano porque ya terminó mi contrato poniendo cafés en Oxford St. Me encantará mi trabajo, mi nueva vida por la que tanto luché y me pondré de mal humor en el metro, ajena por fin a la escena de alcoba conyugal de los amantes. Ya no diré eso de “quiero que en tus noches vacías, mientras ella te mira, mi recuerdo en sus ojos no te deje dormir”

Mi frase será la final de Rhet Butler en “lo que el viento se llevó”: “francamente querido, no me importa”.

Seré feliz sin él, seré feliz conmigo aunque sea lo último que haga porque ya morí en esa película y no tuve fuerza para escribir otro final ni cambiarlo. Ahora no sé si la tengo, pero lo estoy escribiendo que no es poco.


sábado, 12 de enero de 2013

Maldita dulzura la mía

-Si tu novio te dijera que está pasando por el peor momento de su vida y acudiera a ti ¿lo acompañarías en su dolor?

-Sí. Sería como una mujer koala, siempre le daría cariño, compañía, abrazos y besos.



-Si te dijera que no se merece tu amor y que no te merece porque no puede hacer nada por vosotros como pareja ya que no tiene fuerza para hacer nada por sí mismo dado la situación que está pasando ¿qué harías o le dirías?

-Le diría que me merece porque él es toda mi vida y mi felicidad y que afrontaremos lo que sea juntos, que yo le ayudaré a estar bien como sea. Supongo que “asumiría el mando” hasta que él estuviera bien para hacer cosas por nosotros como salir de casa de vez en cuando... Le diría que si él no puede hacer nada por sí mismo que yo estoy ahí y lo haré por los dos.



-Si te dijera que está muy triste y deprimido porque su padre ha muerto y ya no le prepara el café por las mañanas como hacía siempre y que la falta de aroma a café recién hecho le hace llorar en silencio para que su madre no lo vea mal cada mañana. ¿Qué harías?

-Fácil, me pondría el despertador diez minutos antes cada día le daría un beso sin despertarlo y le prepararía café cada mañana y de propina un buen desayuno, probablemente tostadas o algo que le gustara mucho y le sonreiría, las sonrisas se contagian... Le mimaría todo lo que pudiera y más, le quiero muchísimo.



-Si te dijera que no tiene ganas de hacer nada, que el hecho de que el mundo siga como si nada y que él deba seguir con lo que le ha pasado lo deprime y enfurece. ¿cómo le ayudarías?

-Aceptaría sus sentimientos, no le forzaría a nada ni le presionaría, a veces hay que dejar que la tristeza de alguien siga su curso y simplemente acompañar si él quiere compañía. Le haría sentir cómodo en que no pasa nada si durante un tiempo no quiere hacer nada. Me encargaría de todas las cosas de él que fueran urgentes si él no está en condiciones para ello y de las no tan urgentes como lavar, ir a comprar, cocinar... Todo lo necesario hasta que él se encontrara mejor... Me quedaría con él mirando a un punto fijo en la pared si necesitara eso, o abrazados en el sofá entre almohadas y mantas viendo películas. Simplemente le demostraría que estaré si me necesita y me iré si se cansa de tenerme ahí...



    Mi interlocutora me sonríe y me pregunta:

-¿Crees que tienes soluciones para todo? ¿o respondes por no dejar ninguna en blanco?

-No, sólo llevo años de práctica y también es que cuando me enamoro no me dosifico... Me parece muy romántico demostrar amor así, entregando el 150% de mí, no sé hacerlo de otra forma, cualquier novia enamorada haría lo mismo...



-Si él te dijera que no puede concentrarse, que no puede estudiar porque la mente se le va al hospital y a lo mal que lo pasó esos días y todas esas noches allí solo viendo morir a su padre... ¿Podrías hacer algo por él?

-Sí, haría todo lo posible por darle esperanza y aliento, sería fuerte por los dos. Le ayudaría y le prepararía un planning de estudio; organizándole las horas que debe estudiar al día y los días que debe dedicar a cada asignatura, los descansos que puede hacer, el tiempo para comer o ir a jugar a fútbol si quiere... Le haría el planning en colores bonitos para que le pareciera una de mis típicas cursiladas y se riera. Le sugeriría fraccionar el estudio en 45 minutos de estudio por hora y quince de descanso. Afrontaría esa preocupación con él para que no se viera solo ante eso. Y probablemente, si no se tratara de algo de ciencias o matemáticas, -de lo cuál no tengo ni idea-, estudiaría con él si me necesitara. Le haría resúmenes, o le explicaría aquello que él no entendiera si yo pudiera entenderlo... Haría lo que fuera, lo quiero muchísimo, se merece aprobar es muy buen chico y ha sufrido mucho. Cualquier novia haría lo mismo.


-Pero ¿si él insiste en que no se ve capaz de aprobar, que la asignatura y el exámen son muy difíciles, que ya lo ha suspendido dos veces con un 4'6 y un 4'7 respectivamente y eso que había estudiado muchísimo...?

-Le recordaría quién es, lo que ha conseguido y a dónde ha llegado académica y personalmente. Yo estoy muy orgullosa de él, le diría que un exámen es un exámen y que ya lleva muchos, que este no nos asusta, que él se lo come con patatas, que yo creo en él. Le diría que me enamoré de su inteligencia y su vocabulario entre otros millones de cualidades y que lo admiro profundamente. Que me enamoré de su cultura en cosas que yo no conocía y que he aprendido de él. Le diría que es normal su sentimiento de incapacidad dada la situación que está pasando y procuraría darle fuerza diciéndole que sólo siente y piensa así por su tristeza. Que él es valiente para mirar el miedo a la cara porque si ha visto morir a su padre y lo afronta cada día es que es valiente y un exámen es una anécdota en la vida... Él puede aprobar es un chico muy inteligente, todo el mundo se lo dice pero tiene muy baja autoestima.



-Si tu novio no fuera tu novio y sólo un "amigo" que te gustara muchísimo y te dijera que no puede estudiar porque echa mucho de menos a su ex. Y que, aunque suene muy tonto, se siente solo cuando está estudiando, como desamparado, desarropado y que se le hace un nudo en la garganta porque su ex solía acompañarle a estudiar y ella no está y que además ella está otra vez presuntamente feliz con otro y él no puede olvidarla y "encima se me ha muerto mi padre"... Recuerda que él está muy depresivo porque siente que todo le va mal. ¿Podrías hacer algo?

-Pues en ese caso le haría compañía estudiando; me inventaría una excusa, aunque yo no tuviera que estudiar le diría que sí tengo que hacerlo con tal de estar con él, o que puedo estar con él en la biblioteca leyendo, que estoy enganchada a un libro buenísimo y no me importa acompañarlo... Algo se me ocurriría para hacerle compañía y evitar que se sintiera solo. Le sugeriría hacer un planning juntos también, yo me entrego desde el minuto uno... Me encanta ayudar y hacer cosas por el hombre que quiero, me hace sentir muy bien ver que puedo ayudarle.

Y respecto a no poder estudiar porque echa de menos a su ex y ella está con otro... Le diría que procure dejar un tiempo y un espacio al día para pensar en eso aunque le pueda sonar ridículo. Pero un tiempo y un espacio concreto, como si tiene que fijarse una hora del día para llorarla pero que por el amor de Dios tiene que salir adelante y olvidarla. Que ya no es la primera vez que pasa por esto en exámenes por esta misma chica, que ella no va a volver al menos por ahora y los exámenes no esperan por nada ni por nadie. Él ya ha perdido oportunidades de presentarse a exámenes por esta razón, porque ella en exámenes se fue con otro y él no fue fuerte para estudiar a pesar de eso... Y no ha servido de nada perder oportunidades, sólo para que sintiera que se había fallado a sí mismo... Le diría que es lo suficientemente inteligente para saber que no es el momento de mirar hacia su ex, que ella va a seguir haciendo lo que hace aunque estudie él, o no, y entonces; ¿por qué no estudiar y afrontar esto al acabar exámenes? ¿Por qué no luchar por sí mismo? Yo le ayudaré... Me importa mucho su bienestar porque es muy bueno y muy sensible y ha sufrido mucho por esta chica y se merece avanzar con su vida, aprobar y sentirse bien por conseguirlo.



-La última pregunta, si tu novio te dijera que cree que tal vez necesita una psicoterapia -pero que le parece caro pagar 65 euros semanales- porque ve que él sólo no puede superar su depresión. Y además, su familia, amigos y tú lo veis muy deprimido y ponéis de vuestra parte pero no parece servir de mucho, sólo algunos días parece que está mejor pero sospecháis que finge porque os quiere y no quiere preocuparos... Él insiste en que le parece muy caro pagar 65 euros a la semana “por eso”, que además él no tiene el dinero, que está en paro o estudiando y te pidiera ayuda económica ¿le pagarías tú las sesiones, o le dirías que no, que es caro?

-Haría lo que fuera por costearle las sesiones, por ejemplo; pidiendo prestado a mi familia, echando mano de mis ahorros, pidiendo prestado a un amigo de confianza, pagándolo a medias con sus padres... Lo que fuera. Me privaría de salir a cenar, al cine, de comprarme ropa, o de salir de marcha por ayudarle a pagarlo. Si él lo necesita y ahora no tiene el dinero lo ayudaría y le quitaría de la cabeza lo de que “es caro”, lo importante es que él esté bien, eso no tiene precio... Yo no podría dejarle en la estacada diciendo que es caro buscaría el dinero como fuera y le haría ver a él que no es tanto si piensa por un momento en el dinero que ha malgastado tratando de sentirse mejor sin éxito, como por ejemplo; en salir, en beber y en fumar y eso sólo le perjudica. Realizar una psicoterapia cuesta dinero, pero al menos no perjudica su salud, deseo verle bien porque le amo y es muy joven para darse la mala vida que se da a sí mismo...

***



    Esto es amar demasiado, así es como se hace, así es como se siente y se vive ser una perfecta mujer que ama demasiado. Qué bien se me daba ser la chica o la novia que contesta a esas preguntas basándose en las cosas que hacía y cómo me cuesta no volver...



    El novio del diálogo soy yo -(o cualquiera de vosotras que me contáis cosas muy similares)-, pero lo más sórdido es que también soy la novia con soluciones para estos duros y complicados problemas. Está claro, sólo tengo que hacer por mí todo lo que he dicho -(y he hecho siempre)- por él. Pero cómo me cuesta hacer para mí todas estas cosas que me resulta tan fácil hacerlas para él y que por él las hago con todo el amor del mundo. Pero todo el amor que tengo por él y todo mi esfuerzo porque esté bien, está en mí, es mío. Tengo que integrarlo para mí, hacer que forme parte de mi vida porque necesito hacerlo y él no va a venir a salvarme de la soledad, de la tristeza, ni de la muerte de mi padre. Pero yo lo creí así y me avergüenzo pero lo reconozco, creí que él podría salvarme porque me lo merecía, yo sola me creí que él sería la solución a mi tristeza. A veces, me resulta casi insoportable la soledad, la añoranza y la tristeza que siento sobretodo por mi padre como es evidente y después por él... Y ¿es muy triste o alomejor sólo me parece triste por la situación que estoy pasando? Puede que ambas.



      Tengo que ir a la cocina dónde ya no hay ni habrá nunca cafetera al fuego y hacerme el café con una sonrisa, hacerme un planning que me guste y me sienta capaz de cumplir, hacerme compañía a mí mima cuando estudio, tragarme el nudo en la garganta por estudiar sola pagando el precio de “todos-se-han-licenciado-y-tú-no-porque-se-ha-muerto-tu-padre” y decirme “pero puedes estudiar sola y debes hacerlo igual que estudiarías con él para ayudarle y hacerle compañía”.



Debo abrazar mi tristeza, mi soledad y mi añoranza con el mismo amor que lo abrazaba a él en idéntica situación. De la misma forma que lo miraba a él, con la compasión, la lealtad y la fidelidad de no abandonarlo con su pena...

Quiero aprender que en la vida hay que madurar y que “ajo y agua” con lo que nos viene a cada uno y mirar hacia adelante; porque por él, yo he sido y sería, fuerte por los dos. Ser capaz de ser fuerte por él y por mí cuando él lo estaba pasando mal indica que me sobra entonces mi propia fuerza para invertirla en mí. Pero juro que estoy muy triste, fuerte para luchar, sí, pero triste y echo mucho de menos a mi padre...

    Además también me siento sola porque lo echo mucho de menos a él y no va volver porque es feliz con otra. Y hay que ser valiente para decir “te quiero" pero más aún para asumir “ya no te quiero”. Quiero ser valiente y madura para asumir que alguien ya no me quiere aunque me reviente por dentro... Echo mucho de menos la forma en que él fingía que me quería. Debo asumir mi derrota, que le he perdido... es importante aprender a perder aunque duela y aunque se pierdan muchas personas queridas a la vez. Quiero saber soltarme de alguien y no querer demasiado para no volver a vaciarme demasiado.

      Aún con pena, con rabia, con pereza, con dolor, con desesperación debo hacer todo esto sola, y quiero hacerlo, pero aunque no voy tan mal, me está resultando muy difícil. Quiero hacerlo para no creerme nunca más que el "él de turno" me salvará y/o me querrá si yo le ayudo o salvo primero. Si lo consigo sola, podré decir cuando venga otro -si es que viene-: “lo siento príncipe, ya he matado al dragón que me daba miedo, ya no te necesito”. Ese día estaré bien y seré libre porque no necesitaré a nadie. Aún no he llegado, sigo por el camino para llegar allí; hoy en mi camino me repartiré las horas entre llorar y estudiar un poco, porque ese es el consuelo y el apoyo que le daría a mi novio y que me voy a dar a mí misma. Básicamente porque a todas luces´, no sé si más que él, pero me lo merezco

Esta canción fue especial por una historia que tuve hace unos años:
nos hacíamos daño y no nos dejábamos marchar, solíamos poner esta canción en facebook... 
 Hoy quiero darle otro significado nuevo:
 "maldita dulzura la mía si no la invierto en mí y la invierto en atarme a otro que me hace daño
 y en atarle a que me necesite para que no se vaya".

jueves, 10 de enero de 2013

Nueve semanas y media

      Seré muy breve porque me juego algo tan importante como licenciarme con un exámen que tengo dentro de muy poco.



       Pero tan importante en la vida como los exámenes -o más aún- es el sexo, y ahora que he dicho la palabra mágica para captar vuestra atención quería dedicar unas líneas a comentar la erótica “nueve semanas y media” que vi ayer por primera vez y de la que he reflexionado algunas cosas.



       Hace poco hablaba con una amiga de la terrible tragedia -de la que Sófocles no mencionó nada en absoluto- que supone “el buen sexo en las relaciones destructivas o en las malas relaciones” -el encomillado constituye un capítulo del libro “las mujeres que aman demasiado” y no es una coincidencia que así sea-. Estábamos de acuerdo las dos en que más allá de la calidad de la técnica sexual, lo embriagador era esa... Magia, ese sentimiento, ese erotismo metafísico que el otro y sólo ese otro en concreto con nombre y apellidos nos hacía sentir...



    Por mi parte he recorrido bastante camino hacia la recuperación -pero no aún el suficiente- para admitir a regañadientes una realidad que me hará del todo impopular. El buen sexo en las malas relaciones son los padres, esto es, una ilusión de nuestra mente. Me explicaré mejor; es un espejismo adictivo, la pasión de las relaciones destructivas es como tratar de zafarse de la arena en la playa adherida a las manos, nunca se va del todo. Es muy difícil dominar la pasión al grado de intensidad que siente la mujer que ama demasiado. El espejismo es; ¿por qué con lo bien que nos va en la cama luego nos va tan mal fuera de ella? Si nos va tan bien en la cama es por algo. Porque juntos somos especiales...



Mi respuesta a la pregunta anterior es -y tranquilas que a mí tampoco me gusta lo que voy a decir-; porque intercambiamos el encuentro emocional e íntimo por el sexual ya que nos resulta más fácil y cómodo.

La parte emocional y de intimidad de la relación se daña de gravedad muy temprano, pero en el sexo todo es encuentro, “cariño” y “felicidad”. Por mi parte siempre he desconfiado de todo aquello que dice un hombre al desnudo literal en una cama o como decía Albert Espinosa: “siempre he desconfiado de los “te quiero” y los piropos que me dedica una chica en la cama”. Comparto absolutamente, siempre he desconfiado, pero también he tenido todos los deseos del mundo de que “esa vez” fuera cierto lo que me decía...



    Así que es verdad; cuanto más destructiva es la relación, directa y proporcionalmente más bueno es el sexo. A los/as que os parezca un consuelo o una pasada esto que acabo de decir, no sonriáis tan pronto. La cosa es que la "mujer que ama demasiado” además de prostituirse emocionalmente; -(esto es por ejemplo, dar todo el corazón porque te inviten a ir a tomar un café pagando tú y no él)- acudimos en peregrinación al sexo para solucionar todos los males de nuestra relación destructiva. Normal, nos lo pasamos tan bien en la cama, seguro que si para solucionar problemas de pareja hubiera que limpiar juntas de baldosa de rodillas lo pensaríamos dos veces... ¿Para qué hablar o discutir pudiendo hacer el amor y sentir al otro? Este parche alomejor a veces dura el lapso de tiempo “nueve semanas y media” y a lo peor dura años. Cada vez nos entregamos más, nos consumimos más el uno al otro en el sexo. Pero post-coitalmente -(quién quiera, si lo piensa, que lo admita)- te sientes cada vez peor porque empieza la ansiedad de preguntarse cuánto tiempo va a durar esa aparente calma entre los dos, cuándo habrá próximo encuentro. Eres esclava de la relación y de él y sus deseos, pero como os lo pasáis tan bien, se te olvida qué sientes al despertar sola en su casa y mirar alrededor, se te olvidan sus desplantes y sus faltas de respeto porque el sexo es tan apoteósico que lo vuestro tiene que ser mágico, tiene que ser auténtico, tiene que ser AMOR.

    
      Qué difícil es renunciar a esa intensidad sexual que hace que en nueve semanas y media parezca que conoces a tu amante de toda una vida, qué difícil es zafarse y no prostituirse a él emocional y sexualmente sintiendo y practicando semejante atracción fatal.Pero difícil no es imposible.

Yo personalmente, que he podido dejar de fumar, puedo testimoniar que zafarse de la pasión destructiva no es nada fácil, pero cuando ya has sufrido demasiado no tiras la toalla y sigues luchando contra eso porque vale la pena labrarse una vida en paz y calma. Vale la pena la garantía de saber que no es un juego el hecho de relacionarse en pareja cuyas sórdidas reglas (del juego) sólo conoce él y luchar por no vivir en una película erótica. Yo no digo que la película no esté bien, pero en el fondo ella se conforma -(que no es poco)- con el sexo pasional en un callejón porque él no quiere ir a ninguna fiesta con ella, no quiere hacer nada salvo acostarse con ella, no quiere conocer a sus amigos... ELLA NO LE IMPORTA UN CARAJO. Y eso, más tarde o más pronto aunque queramos engañarnos, lo vemos y sentimos todas llegado el momento si es que alguna vez hemos tenido una relación así.


    Yo no había nacido cuando se estrenó esta película en 1986 pero estas historias siguen pasando hoy. Y cuando pasan,-como me pasó con César-, a veces tras nueve semanas y media hay que ser sensata y decir llorando como dice Kim Basinger al final de la película: “demasiado tarde, me estás destrozando y ya no lo aguanto más ¿no lo ves?”.



     El problema es que él, en ese momento y durante las muchas noches a solas contigo misma que están por venir, se te queda pegado como la arena de playa en las manos y te enreda con cosas como “no esperaba sentir tanto por ti”. Y tal vez tú quieras aguantar más, una vez más “a ver si esta vez”... Pero tranquila que a pesar de lo que te dice él no está solo, enseguida se irá con otra a superar tu "dolorosa" pérdida...

   Cada uno decide cuánto y hasta cuándo está dispuesto a seguir sufriendo. Y aunque es aburrido no vivir en una película erótica porque en el mundo real hay exámenes que aprobar, sin duda es más sosegado y mejor para la salud. Es tentador vivir así o volver a una historia así, pero si ya sabes cuánto duele y de verdad has aprendido dejaremos las películas para el cine, a él con su película erótica con la otra -(aunque duela mucho)- e iremos a aburrirnos un rato estudiando.


sábado, 5 de enero de 2013

Soy funambulista

Dueña de la cuerda floja.
 "Y aunque el suelo queme miro hacia delante aunque ande cansada, créeme que soy una amante que teme amar demasiado, he aceptado mis dilemas, mis delirios, mis letargos, he retado al equilibrio y no consigo derrotarlo"
      Igual que un ex-alcohólico no puede tomarse ni una cerveza sin alcohol, una ex-adicta a las relaciones destructivas y a amar demasiado no puede darse ni un beso... 
El proceso de rehabilitación requiere mucho esfuerzo y unas buenas dosis de paciencia, de esa que yo no tengo. Tal vez este punto en el que me encuentro sea harto delicado y yo he tomado plena conciencia de ello hace poco. Se trata del momento en que sientes más fuerza de la que posees realmente. Ese en que has iniciado hace tiempo la recuperación, estás mejor y vuelves a tu entorno tóxico mientras aún te rehabilitas. La luz de la estrella Elendil en este pasaje oscuro es la conciencia. Se trata de ser muy consciente de las sensaciones del cuerpo y de las emociones que se experimentan en relación con el objeto de adicción; para ser original hablo de un hombre/ relación destructiva con un hombre.

    Dice el dicho que sentimientos que regresan son sentimientos que no se fueron. Puede que eso sea cierto, afortunadamente no ha habido recaída, o yo no lo siento así ni que me haya fallado a mí misma, pero gracias a esta delicada oportunidad he podido observarme; me he detenido a analizar críticamente cómo me comporto, qué hago aún, qué siento aún. Y todo esto lo estoy viviendo porque desde enero del año pasado estoy dispuesta a todo, a cualquier cosa, lo que sea con tal de no volver a sufrir como ya lo hice. Aún no soy inmune a las relaciones destructivas, aún me estoy desenganchando...

Estas dos parrafadas son para entretenerme y no decir lo que debo decir y lo alargaré un poco más porque si fuera fácil, ya lo habría dicho. No es que me falte sensatez, ni que me sobre corazón o tal vez esto último sí sea verdad y por eso amo demasiado... Es que no encuentro el equilibrio entre cabeza y corazón y así voy practicando este arriesgado y difícil funambulismo dónde apostar por el último me ha costado, muchas caídas, dolores y sensaciones desagradables...

Nunca me he tenido por tonta aunque cuenta la leyenda que uno me hizo dudarlo seriamente y por eso sé que la única salida, la única luz de Elendil de la que hablaba antes es: estudiar y seguir observándome de forma muy consciente -(ya lo he dicho y no quería reconocerlo/decirlo)-. Observar mis conductas para modificarlas y no repetir las pasadas. No es divertido, ni emocionante, ni romántico, tampoco es intenso, es molesto y desesperante, es una labor en el más absoluto de los solitarios. Nadie puede hacerlo por mí, ni ayudarme y aunque tampoco lo espero, nadie puede comprenderme en este sentido. 
      Ya lo he dicho alguna vez, pero la solución fácil que me ofrece todo el mundo es: “Emma, que entren más pretendientes”. Yo no quiero. No quiero porque sólo soy capaz por el momento de elegir al tipo de hombres nocivos de los que he escrito en otras ocasiones. Cuando yo sola esté fuerte y bien (del todo) no elegiré (consciente o inconscientemente) esa clase de hombres. Sé que lo que digo suena a que fumo flores y que es poco actual (en el sentido de poco moderno y que estoy pareciendo una vieja por decir “moderno” pero correré el riesgo), es poco de nuestros días en los que la gente tiene relaciones basura de usar y tirar y no paran a reflexionar en qué fue mal, qué se puede aprender... Parece entonces que quiénes nos detenemos a reflexionar a aprender y no nos relacionamos con hombres compulsivamente en busca del amor, somo unas pusilánimes... No pasa nada, soy rara hace tiempo que lo sé y además me gusta. Es más común pensar y actuar acorde a “sólo ha sido mala suerte, vamos a por otro y tal vez él...” Pero yo ya sé que ese no es mi caso, ni es mala suerte la mía. Es mala elección y cada vez elijo menos mal, pero aún elijo mal y lo peor es que elijo mal de forma consciente, sabiendo lo mucho que me necesita ese hombre al que elijo, sabiendo como me refuerzo con su necesidad... Pero lo seguiré intentando, haré lo que sea, con tal de no volver al lóbrego lugar de dónde vengo...

       Mi entorno gusta en decirme que me queda mucho por vivir, que no puedo pensar así siendo tan joven, que he estado con muy pocos hombres seriamente para tener un juicio tan definido y un filtro tan infranqueable. No voy a entrar en el debate de cuántos son muchos ni cuantos son pocos. Mi sensación cualitativa y cuantitativa es la que cuenta, porque al final del día me tengo sólo a mí misma y la sensación que tengo es, desde enero del año pasado, que ya basta. No sé si muchas o pocas al ojo ajeno, pero sé que he tenido relaciones demasiado intensas en las que obviamente amé demasiado y sufrí demasiado y no puedo más. El amor y el dolor ni se pesan ni se miden así que no puedo justificarme cuantificando ni calificando mejor, la magnitud de mi resistencia al dolor, pero quiénes me conocen saben que es muy alta. Eso, lejos de ser una virtud es una lacra peligrosísima para la mujer que ama demasiado, porque te hace capaz de tolerar, resistir, aguantar, permanecer y disculpar la más atroz de las aberraciones y con una sonrisa.
Lo que me da rabia -(y eso es porque me sobra [rabia])- es que aún no puedo perdonarme. No es que no pueda perdonar a mis cuatro experimentos de príncipe, es que no puedo perdonarme a mí porque no soporto pensar en todo el daño que me he dejado hacer y para nada. Todo el empeño era mío, toda la proyección era mía, todo el peliculón de antena 3 por la tarde co-producido por Spielberg de que "mis elegidos aspirante a príncipe" y yo seríamos felices era sólo mío... Los hechos probados están muy claros. Ninguno me prometió esforzarse en “felices para siempre”. Bueno, sólo uno, pero tras siete años me dijo que “todo era una broma”-basado en un sórdido hecho real.

    La conclusión es que como ex-adicta aún en rehabilitación yo lo que quiero -para resumir- es un novio. Mi brillante excusa es; he perdido a mi padre, qué bien me vendría, qué feliz me haría un novio, unos abrazos y unos besos, dormir juntos por las noches y ver juntos las olas de día... Pero yo no elijo bien porque aún no estoy todo lo fuerte que pretendo estar como para poder elegir un novio como el que sueño y no con los vampiros emocionales que me quedo. Podría decir muchas cursilerías (que para mí no lo son) respecto al novio que sueño como que sueño con un novio de esos que quieren hacerte la madre de sus hijos o cosas más sencillas como hablarnos sin decir nada. Pero yo no escojo eso tampoco aunque lo quiera, porque como necesito a alguien que me necesite me dedico a apadrinar y manipular cachorros abandonados que alomejor son felices -o creen que lo son- con su vida ¿y quién soy yo para ir con mi amor y mis pasteladas a pintarles una vida en technicolor y toda una gama cromática de magentas? y lo peor es que la culpa no es de ellos sino mía. Yo les he elegido y no sabéis qué rabia me da no poder darle la culpa a nadie. Madurar consiste en eso; adquirir responsabilidad por los actos propios, asumo mi responsabilidad por las relaciones que yo he mantenido y no sólo eso sino por las que he luchado ferozmente por no perder...
      Cerramos filas en torno a mis deseos (¿infantiles?), parece que tengo un claro Game Over en la pantalla que me dice que aún no puedo tener un novio como el que sueño. 
    Mi sensatez tiene muy claro que para tener oscuridad y penas en mi vida ya he perdido a mi padre, y por cierto, siendo yo demasiado joven, así que no necesito la ayuda de ningún aspirante a príncipe (de las tinieblas)... Entonces mis deseos no pueden hacerse realidad, no puedo ni debo tener un novio y es lo único que quiero ahora -(y siempre lo he querido)-, como un ex adicto a la coca quiere otra raya. Sigo aferrándome aún con todo lo que llevo vivido y sufrido a que eso ahora me haría sentir bien o al menos, menos mal... Y no es verdad, lo he intentado, cuenta la leyenda que hubo un hombre a la muerte de mi padre... Sólo son excusas; el amor que yo escojo me destruye y de qué manera...
Parece lo más inteligente pues, pero también lo que menos quiero y por eso no hallo el equilibrio; estudiar y acabar mi carrera porque eso construye algo nuevo para mí y no me destruye.
      Resulta muy irónico lo fácil que me resulta solucionarle la vida a un hombre por muy complicada que ésta sea y pintársela en los colores más bonitos del universo y lo pueril que soy con la mía propia no permitiéndome avanzar, acabar la carrera e irme a Londres; ese es mi sueño a corto plazo y yo que me tengo por valiente no tengo agallas para ir a por él pero... ¿Sí para exponerme a otro aspirante a príncipe?... Me disculpo y acepto mis sentimientos porque nunca he estado con un hombre que me tratara bien, -o como a la reina que soy y todas somos. Pero de los creadores de “la mujer del César no sólo debe ser honrada sino también parecerlo” he creado “toda reina no sólo debe serlo, sino también parecerlo”, así que debo comportarme como tal; eligiendo otra clase de hombres, esto es; hombres con clase.
     
      Todos tendemos a soñar con lo que no tenemos y nunca hemos tenido. Lo que sí puedo hacer para no sólo soñar y sin tener que pagar el precio de “solucionar complicadísimos problemas y carencias para conseguir amor de otro” es solucionar y ocuparme de mi propia vida. Lo que ocurre sinceramente y lo reconozco es que es muy aburrido e incluso triste dormir sin el abrazo de un hombre que presuntamente te quiere... Aún así no quiero, ni puedo por salud, volver atrás.
Mi cabeza lo tiene muy claro, pero mi corazón frunce el ceño, chasca la lengua y da una patada en el suelo porque sabemos que los libros no abrazan por las noches, no te besan como si se produjera un eclipse total y no te llevan a cenar a un sitio bonito... Pero a estas alturas mi corazón ya debería saber que los novios que yo escojo tampoco lo hacen. 
Tal vez madurar (además de ser aburrido) consiste en dejar de escuchar los deseos y escuchar más la cabeza, al menos hasta que acaben los exámenes...