jueves, 10 de enero de 2013

Nueve semanas y media

      Seré muy breve porque me juego algo tan importante como licenciarme con un exámen que tengo dentro de muy poco.



       Pero tan importante en la vida como los exámenes -o más aún- es el sexo, y ahora que he dicho la palabra mágica para captar vuestra atención quería dedicar unas líneas a comentar la erótica “nueve semanas y media” que vi ayer por primera vez y de la que he reflexionado algunas cosas.



       Hace poco hablaba con una amiga de la terrible tragedia -de la que Sófocles no mencionó nada en absoluto- que supone “el buen sexo en las relaciones destructivas o en las malas relaciones” -el encomillado constituye un capítulo del libro “las mujeres que aman demasiado” y no es una coincidencia que así sea-. Estábamos de acuerdo las dos en que más allá de la calidad de la técnica sexual, lo embriagador era esa... Magia, ese sentimiento, ese erotismo metafísico que el otro y sólo ese otro en concreto con nombre y apellidos nos hacía sentir...



    Por mi parte he recorrido bastante camino hacia la recuperación -pero no aún el suficiente- para admitir a regañadientes una realidad que me hará del todo impopular. El buen sexo en las malas relaciones son los padres, esto es, una ilusión de nuestra mente. Me explicaré mejor; es un espejismo adictivo, la pasión de las relaciones destructivas es como tratar de zafarse de la arena en la playa adherida a las manos, nunca se va del todo. Es muy difícil dominar la pasión al grado de intensidad que siente la mujer que ama demasiado. El espejismo es; ¿por qué con lo bien que nos va en la cama luego nos va tan mal fuera de ella? Si nos va tan bien en la cama es por algo. Porque juntos somos especiales...



Mi respuesta a la pregunta anterior es -y tranquilas que a mí tampoco me gusta lo que voy a decir-; porque intercambiamos el encuentro emocional e íntimo por el sexual ya que nos resulta más fácil y cómodo.

La parte emocional y de intimidad de la relación se daña de gravedad muy temprano, pero en el sexo todo es encuentro, “cariño” y “felicidad”. Por mi parte siempre he desconfiado de todo aquello que dice un hombre al desnudo literal en una cama o como decía Albert Espinosa: “siempre he desconfiado de los “te quiero” y los piropos que me dedica una chica en la cama”. Comparto absolutamente, siempre he desconfiado, pero también he tenido todos los deseos del mundo de que “esa vez” fuera cierto lo que me decía...



    Así que es verdad; cuanto más destructiva es la relación, directa y proporcionalmente más bueno es el sexo. A los/as que os parezca un consuelo o una pasada esto que acabo de decir, no sonriáis tan pronto. La cosa es que la "mujer que ama demasiado” además de prostituirse emocionalmente; -(esto es por ejemplo, dar todo el corazón porque te inviten a ir a tomar un café pagando tú y no él)- acudimos en peregrinación al sexo para solucionar todos los males de nuestra relación destructiva. Normal, nos lo pasamos tan bien en la cama, seguro que si para solucionar problemas de pareja hubiera que limpiar juntas de baldosa de rodillas lo pensaríamos dos veces... ¿Para qué hablar o discutir pudiendo hacer el amor y sentir al otro? Este parche alomejor a veces dura el lapso de tiempo “nueve semanas y media” y a lo peor dura años. Cada vez nos entregamos más, nos consumimos más el uno al otro en el sexo. Pero post-coitalmente -(quién quiera, si lo piensa, que lo admita)- te sientes cada vez peor porque empieza la ansiedad de preguntarse cuánto tiempo va a durar esa aparente calma entre los dos, cuándo habrá próximo encuentro. Eres esclava de la relación y de él y sus deseos, pero como os lo pasáis tan bien, se te olvida qué sientes al despertar sola en su casa y mirar alrededor, se te olvidan sus desplantes y sus faltas de respeto porque el sexo es tan apoteósico que lo vuestro tiene que ser mágico, tiene que ser auténtico, tiene que ser AMOR.

    
      Qué difícil es renunciar a esa intensidad sexual que hace que en nueve semanas y media parezca que conoces a tu amante de toda una vida, qué difícil es zafarse y no prostituirse a él emocional y sexualmente sintiendo y practicando semejante atracción fatal.Pero difícil no es imposible.

Yo personalmente, que he podido dejar de fumar, puedo testimoniar que zafarse de la pasión destructiva no es nada fácil, pero cuando ya has sufrido demasiado no tiras la toalla y sigues luchando contra eso porque vale la pena labrarse una vida en paz y calma. Vale la pena la garantía de saber que no es un juego el hecho de relacionarse en pareja cuyas sórdidas reglas (del juego) sólo conoce él y luchar por no vivir en una película erótica. Yo no digo que la película no esté bien, pero en el fondo ella se conforma -(que no es poco)- con el sexo pasional en un callejón porque él no quiere ir a ninguna fiesta con ella, no quiere hacer nada salvo acostarse con ella, no quiere conocer a sus amigos... ELLA NO LE IMPORTA UN CARAJO. Y eso, más tarde o más pronto aunque queramos engañarnos, lo vemos y sentimos todas llegado el momento si es que alguna vez hemos tenido una relación así.


    Yo no había nacido cuando se estrenó esta película en 1986 pero estas historias siguen pasando hoy. Y cuando pasan,-como me pasó con César-, a veces tras nueve semanas y media hay que ser sensata y decir llorando como dice Kim Basinger al final de la película: “demasiado tarde, me estás destrozando y ya no lo aguanto más ¿no lo ves?”.



     El problema es que él, en ese momento y durante las muchas noches a solas contigo misma que están por venir, se te queda pegado como la arena de playa en las manos y te enreda con cosas como “no esperaba sentir tanto por ti”. Y tal vez tú quieras aguantar más, una vez más “a ver si esta vez”... Pero tranquila que a pesar de lo que te dice él no está solo, enseguida se irá con otra a superar tu "dolorosa" pérdida...

   Cada uno decide cuánto y hasta cuándo está dispuesto a seguir sufriendo. Y aunque es aburrido no vivir en una película erótica porque en el mundo real hay exámenes que aprobar, sin duda es más sosegado y mejor para la salud. Es tentador vivir así o volver a una historia así, pero si ya sabes cuánto duele y de verdad has aprendido dejaremos las películas para el cine, a él con su película erótica con la otra -(aunque duela mucho)- e iremos a aburrirnos un rato estudiando.


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