martes, 19 de febrero de 2013

Lecciones de humildad necesarias

Cosas que aprendo



     Nunca es tarde para aprender cosas que ya deberías haber aprendido. Cosas como que cuando tienes 26 años no eres un bebé precioso de ojos inmensos, no todo el mundo te mira con amor, te sonríe, ni te hace caso solamente a ti. No todo el mundo está pendiente de ti de lo que quieres o necesitas, nadie se devana los sesos en adivinarte porque ya eres adulto, ya no eres el centro de atención. He llegado a la conclusión de que cuanto más te fastidia esta idea, más infantil eres o por decirlo con amor que escuece menos; menos interiorizado tienes este aprendizaje.


    Otra lección de humildad es que cuantas más atenciones necesitamos o exigimos de otros menos nos prestamos. Necesitar tanto de los demás -que no responden ni cómo ni lo que queremos- sólo es un genial indicativo de las atenciones que no nos prestamos a nosotros mismos.

       Tal y como hacían los hombres prehistóricos mediante las pinturas rupestres pondré un ejemplo: cuanto más necesitamos ser el centro de atención, que nos quieran, que nos mimen... Más claro debemos tener que; debemos prestarnos atención, debemos cultivar la autoestima y debemos mimarnos en proporción a lo exigido a los demás, sin contar con nadie más que con uno mismo.

“Si quieres una mano que te ayude la encontrarás al final de tu brazo” y esto no es malo ni debería ser triste sino que te da independencia. No está bien exigir a nadie pero sí está bien expresarse para evitar úlceras de estómago aunque te digan que no les importa. Hay que sacar lo que uno siente y luego ya es cosa de otro. Los sentimientos dolorosos como decía Shrek "mejor fuera que dentro, hay más espacio". Mi único julietaconsejo para la expresión es que seas pragmático con respecto a quién te expresas, tal vez sólo puedas expresarte con una persona, dos a lo sumo y a lo peor sólo contigo mismo. Si decides expresarte debes poder asumir lo que vas a escuchar, debes poder asumir una respuesta favorable o una decepción sabor hierro oxidado. Si no estás dispuesto a asumir una respuesta sabor óxido, el problema es tuyo y no de los demás. Otra lección vital más. Sé que esto no hace que moleste menos, pero al menos eres consciente y para otra vez puedes pensarlo dos veces antes de abrir la boca con según quién. Si hablaste con quién no debías de tus sentimientos es tu responsabilidad y no de los demás, tal vez debas ser valiente para enfrentar la idea de que hay que desapegarse de algunas relaciones o de muchas.



        Hay que tener presente que no todas las personas tienen siempre el mismo humor todo el tiempo que nos acompañan en nuestra vida, ni están en el mismo punto vital que nosotros y esto último es muy importante repetírselo cada vez que nos sentimos ofendidos para no llenarte de rencor y rabia porque dan dolor de estómago.

        Algunas personas están en el punto vital más feliz porque se casan, otras están reconstruyendo algo sobre los cimientos del amor de sus vidas, otras están volcadas en su relación, algunas te odian por cosas que has dicho o hecho y ahora te dan tu merecido, algunas sienten que cada vez tienen menos que ver contigo porque estás creciendo. Otras quieren hablarte pero no quieren que te hagas ilusiones por si estás enamorada de él y entonces no te felicitan. Otras tienen exámenes, otras prefieren quedar con el amante de turno que dedicarte tiempo pero te quieren, otras se han tomado unas vacaciones de ti porque les agobia tu situación y no es su momento de crecer...



“Las relaciones humanas son complicadas así que voy a comprarme un ficus benjamina que no da problemas tan complicados”, esta frase solía decirla mucho en el instituto y es el momento de elaborarla de otra forma.



      Creo que lo he escrito alguna vez pero lo que hacen los demás se nos escapa y no podemos controlarlo (o manipularlo con exigencia) para conseguir que hagan lo que queremos. Otra lección o cura de humildad que me he tenido que aplicar. No obstante, si podemos controlar cómo lo vivimos porque somos adultos y pretendemos madurar.



      Últimamente he estado leyendo algo sobre el karma, si bien es muy poco y no entiendo mucho me ha dado para pensar en esto. Yo he elaborado mi duelo desde la ira o la rabia. No podía permitirme sufrir porque tenía que ocuparme de muchas cosas -menos de mí misma, cosa que no hice- así que me resultaba más fácil alojarme en ese sentimiento y en vomitar sobre todos aquellos de los que sentí su ausencia en el peor momento de mi vida. Sobre todos aquellos que no se comportaron como yo quería. Esto es lógico porque siempre resulta más fácil enfadarse que ponerse a llorar y asumir el sufrimiento y dolor propios. Resulta más fácil cargar contra los demás que pensar por qué me afectó de tal forma como se comportaron, ahora ya lo sé y me esfuerzo en asumirlo. Soy de la opinión que para llorar hay que tener tiempo y permiso, yo durante más de un año no me di ninguna de las dos cosas.

En mi afán por ocuparme de todo menos de mi duelo, perdí a bastante gente que encima eran de esa gente que me quedaba tras la muerte de mi padre.



Hay una frase de la película Amélie que me emocionó mucho “tus huesos no son de cristal, tú puedes soportar los golpes de la vida”. Sí, pero hay golpes casi insoportables.

Mea culpa.



      En ese camino hice daño y me porté muy mal con personas importantes -me refiero a amistades que no merecían cosas horribles que hice. -A la gente que me dió de lado sin más ni nombrarla quiero-hice cosas tan graves como; no ir a sus cumpleaños, no alegrarme por sus alegrías, no celebrar sus logros... Fui y he sido aún muy egoísta pero no supe -y prácticamente no pude en mis circunstancias- hacerlo de otra manera. No pude ni supe soportar -y aun me cuesta- que la vida sigue y que mientras yo cruzo lo peor otros están en lo mejor, me daba mucha rabia esta idea o mejor dicho me causaba demasiado dolor esa idea.  No soporto las fiestas de ningún tipo desde que en mi hogar se murieron, creo que en esta frase todo queda claro. Debo aprender y de hecho ya sé que los demás no tenían la culpa, otra lección. Pese a lo “arrastrada” que he sido en las relaciones amorosas he sido demasiado orgullosa con algunas amistades no perdonando, no disculpando cosas, no aceptando gestiones de los demás sobre su vida y en especial sobre su vida amorosa, imponiendo mi punto de vista manipulando en cierto modo porque quería que vieran las cosas como yo cuando "cada persona es un mundo" lleve yo razón o no. En resumen me he portado muy mal con algunas personas, en todo momento tengo a una especialmente en mente pero fueron bastantes las personas damnificadas; lo siento B. no me soportaba y lo pagué contigo aunque eso por desgracia ya lo sabes. Pero realmente lo que hacemos a los demás nos lo hacemos a nosotros mismos y así, yo no podía perdonarme a mí por necesitar que todos me miraran con amor, con compasión y que me arroparan en el momento en que mi hogar murió y me quedé sin él. El orgullo y la soberbia (dos defectos que tengo) no aceptan necesitar cosas, exigen cosas y como no las recibe se indigna. Necesitaba desesperadamente que alguien me ayudara con todo pero sólo como yo quería sino no vale, además también quería ayuda sin darme ningún problema ni ninguna negativa cuando mi mundo se vino abajo y eso sólo era porque no supe ayudarme a mí misma sin exigir ni manipular a los demás, me avergüenzo profundamente de muchas cosas que no he hecho y cosas que sí he dicho y hecho. Nunca debí exigir a nadie lo imposible desde mi arrogancia y mi soberbia, tan solo debí expresarme desde el dolor y la necesidad pero no fui valiente para hacerlo porque eso era asumir e integrar en la normalidad de mi vida; que mi padre había muerto y que aun así la gente se casa, la gente tiene vida sexual, la gente sigue colgada del tío que no le conviene, la gente puede decir "no" aunque se haya muerto tu padre, la gente se enamora y a mí me sale como el culo en el amor... El mundo no se para por nadie ni siquiera por él que era el mundo por donde yo caminaba...
Ahora por suerte he cambiado mi comportamiento aunque siento que un poco tarde como siempre. No pretendo excusarme, no tengo excusa, sólo una explicación y es ésta que he dado, “me declaro culpable de todos los hechos”.



    Como decía, el karma me ha devuelto lo que hice con estas personas haciéndome pagar, dándome la desagradable sorpresa de ver que gente con la que más o menos podía contar va a ser que puedo menos que más. He logrado lo que me he ganado: sentirme bastante sola y aislada de gente que sí intentaron estar a su manera. Pero es que aunque hubieran estado he aprendido que los duelos se elaboran esencialmente a solas, en una soledad devastadora que sólo quién la ha cruzado entiende.



La lección más básica y que llevo con más retraso es: la gente, incluso la que nos quiere dirá “NO” a tus ilusiones y eso no siempre significa que te quieran menos. Le daré la culpa a mi padre, él nunca me dijo “NO” a nada, no recuerdo ningún NO. Él como era muy bueno me decía que yo me lo merecía todo y eso está fatal, nunca se puede tenerlo todo y eso lo he tenido que aprender tarde y por mi cuenta. Es perfecto porque me han llovido "NOES" como panes  en estos dos años y eso me ha servido para ver lo que me cuesta aceptarlos.
El contrapunto del "no" es que a veces hay personas que aunque estés distanciada de ellas o te sientas en distancia por tus propias "cagadas" te sorpenden con un "yo no he recibido niguna invitación", "cuando quieras y digas se hace" o tú pones fecha".

En conclusión, pienso seguir expresándome porque mi salud me lo ha exigido en las últimas dos semanas. Pero según con quién, reconozco también en este gran "mea culpa" que debo corregir el cómo me expreso, haciéndolo más desde la necesidad, menos desde la exigencia.
Mi temor a expresar algunas cosas era -por infantil que suene- "ponerme a llorar" o que me hicieran más daño del que llevo en la mochila, que no me entendieran, que lo usaran en mi contra... ¡Toda una gilipollez! Se sufre igual o más a solas, la gente a la que quieres puede hacerte daño, hables o no, así que hablar es lo mejor y evita trastornos psicosomáticos.

Besitos de una despechada rabiosa de pacotilla.

lunes, 4 de febrero de 2013

Sobre el amor y el Derecho

Érase una vez Julieta, que cursaba catorce asignaturas de la licenciatura, hizo dos cursillos de libre configuración, 2º de alemán y 3º de inglés en la EOI.


Me quedaron asignaturas para septiembre, entre otras Derecho Constitucional 4'7.


Se acercaba el fatal desenlace, a la madre de Alejandro por terrible desgracia le quedaba poco tiempo de vida, a finales de verano se cumpliría el “como mucho un año” que dijeron los médicos. Así que, desde hacía casi un año yo deseé con toda mi alma parar el daño, quería -aunque suene estúpido- sufrir por él todo lo posible para evitarle sufrimiento, protegerle con mi vida si hacía falta. Qué impotencia sentía de ver que lo que más he querido en la vida se iba a llevar tal golpe y yo no podía hacer nada por evitar el mismo, pero sí podía hacer absolutamente todo lo demás por él y si hacía menos por extenuación, sentía que me estaba portando mal con él y que le estaba queriendo menos. Yo quise hacer tanto como hice sin que él se diera cuenta de todo lo que yo abarcaba, me parecía más bonito así “que tu mano izquierda no sepa lo que hace tu derecha”. Él nunca me dijo que parara, ni que yo hacía demasiado, nunca se dio cuenta de que yo estaba agotada física y psicológicamente, se lo escondí muy bien o él no quiso verlo, asumo ambas cosas.

En junio y con ese panorama, solicité el traslado a Oviedo, mientras mi Rotenmeyer interior me decía “eres una egoísta, le vas a dejar aquí solo, habiendo perdido a su madre... ¿quién cuidará de él?” Íbamos a irnos juntos allí antes de la enfermedad de su madre, antes de la tragedia. Me aceptaron pero él no podría acompañarme, ni siquiera me parecía ético preguntarle tal cosa, me parecía de ser mala persona comunicarle mi deseo de estudiar fuera, pese a que era nuestro proyecto antes de que empezara a terminar todo, vivir juntos en Asturias era nuestro proyecto y mi sueño, tenía 21 años... Yo me sentí traicionarle, sentí que lo abandonaba si me iba porque mi Rotenmeyer interior es muy mandona. Irme no era mi manera de entender el amor, no hizo ninguna falta que él me dijera “te necesito aquí conmigo”, lo hice todo yo sola y él no tiene la culpa de nada; así que tiré mi carta de admisión y mis sueños de estudiar mi carrera fuera de aquí por él, directamente a la papelera, Rotenmeyer hizo una mueca de satisfacción, se colocó mejor el chal de lana y me dijo “has hecho lo que debías, no sé en que estabas pensando al solicitar una plaza lejos de él, en estos momentos”.

 Amar demasiado, exponente infinito:

Vacaciones de verano, rutina diaria durante dos meses. Llevando casi un año haciendo demasiado, amando demasiado, fuera de mi sitio.

        Llevaba casi un año durmiendo 5-6 horas diarias como máximo. Por las mañanas; estudiar, llamar a su casa en los descansos de estudio para que se sienta arropado. Comer, reunir al grupo de amigos en el bar de siempre para el café, así él se sentiría bien y acompañado; quedar con su mejor amigo para que lo acompañara al trabajo en coche. Volver a casa estudiar dos horas más, ir a casa de Alejandro hacer lo que hiciera falta, salir de allí siendo fuerte, irme llorando en coche por ver como estaba su madre... “Eres una blanducha, tú no tienes que llorar”. No quería llorar ante todos, ellos tenían motivos, yo no debía, debía ser fuerte. Enviar mensaje a Alejandro sobre las siete que tiene poco trabajo y no molesto preguntando qué le apetecía que cocinara para la cena. Estudiar hasta las once y media de la noche.

      A partir de las once y media estamos en prime time “empieza la función”; cocinar lo que me ha pedido por mensaje de texto y algo más que le pueda gustar y hacer sonreír, algo que no sea repetido de otro día, “estoy muy cansada no puedo pensar, estoy muy cansada” llorar, “no llores no te dará tiempo a tener la cena lista ¿te parece que estas albondigas están bien esféricas?, hazlas mejor anda"... Cena hecha, tapar la cena para que no se enfríe, preparar zapatillas en la entrada junto a la puerta, percha para la ropa del trabajo que no se le arrugue, tabla de planchar y plancha por si acaso, prepararle ropa cómoda para estar por casa. Poner la mesa, servir la cena “está a punto de llegar, date prisa”. Lavarme la cara, “se nota que he llorado, tengo que maquillarme muy bien” taparme las ojeras nivel: “como no me ponga aquaplast...” Ponerme el perfume que le gusta, poner buena cara, sonreir, sonreir mejor “necesita positividad, no necesita que llores, ayúdale”. Preparar crema de aloe-vera en el salón para masaje de pies después de cenar, “pobrecito, tantas horas de pie trabajando, pobrecito, va a perder a su madre y yo no puedo hacer nada”. Hacer sitio en la mesa del salón para que podamos estudiar, elegir una película por si no tiene ganas a de estudiar hoy. Pensar cosas graciosas o divertidas que contar durante la cena, si no quiere ver una película ni estudiar iremos a tomar algo, debo pensar un sitio que le pueda gustar “¿no irás a preguntarle adonde quiere ir? Tienes que anticiparte por si no le apetece hacer nada ¿es que tengo que pensar yo en todo? ¡esfuérzate más!”... Timbre: “ya está aquí”, mirarme en el espejo de la entrada, “¡por el amor de Dios puedes poner buena cara y sonreir vas a deprimirlo!”


-Hola amor, ¿qué hacías?

-Nada, estudiaba un poco... Dame la ropa cuando te cambies, tienes la cena en la mesa voy a seguir estudiando, mientras te cambias y luego te acompaño mientras cenas.

[…]

-He pensado en no examinarme de inglés y alemán, constitucional me está llevando mucho tiempo...

-¿Tú? Pero si los idiomas son lo tuyo, tú puedes aprobarlo, yo no lo dejaría, si lo dejas te arrepentirás vé y ya veremos. Tú sabes mucho inglés, ¿vas a dejarlo por lo que me está pasando?


“Eres una maldita bocazas, ahora él piensa que estás cansada y le estás quitando sensación de normalidad en su vida, si él te ve capaz eres capaz de aprobar también inglés y alemán, no has debido decir eso, ahora pensará que él te supone una molestia ¡debería darte vergüenza!, le has hecho sentir mal, con todo lo que le está pasando y le has hecho sentir culpable ¿de qué vas?”

-¡No, no! si ya ves tú, no me cuesta nada... estoy estudiando, es sólo que estoy un poco vaga, ya sabes que soy una perezosa para estudiar en verano, tienes razón tengo que ir a los exámenes, no sé en que estaba pensando – reza porque se haya creído esa patraña o verás.

-Aprobarás, estoy seguro. Eres muy inteligente, te admiro muchísimo por ello, flipo contigo...

“¿Has oído eso maldita quejica? Eres inteligente y él cree que vas a aprobar; si no vas y sobretodo si no apruebas lo harás sentir mal, él pensará que si no fuera por su madre tú habrías ido a tus exámenes así que menos llorar y más hacer, ¡haz el favor de presentarte a los exámenes de la EOI! Y por cierto, no olvides pensar en quién estará con él mientras tú te examinas, por si a su madre le pasara algo justo en tus exámenes que no esté solo, ocúpate de eso también, él dice que tú puedes”.
Finalmente, llevarle a su casa en coche a las 4 o 5 de la madrugada.



[…]



        Después del funeral, “mañana tienes exámen de Constitucional, despídete y estudia hasta las 3 a.m, encárgate de saber como y con quién va a quedarse él”.

-Julieta, mañana aprobarás -me dijo solemnemente una de las hermanas de Alejandro- nuestra madre te ayudará, yo se lo pediré.

“No llores, maldita blanducha o te juro que te meto un puñetazo, ya has llorado en el funeral y no tenías que hacerlo, tienes que ser fuerte por él, sonríe y contesta algo agradable”

-Gracias, yo me sentiría muy halagada de su compañía, me voy a la biblioteca, en cuanto acabe el exámen vengo a veros.

“Cómo suspendas, vas a decepcionar a tus padres que te han dicho que estudiaras y ayudaras a Alejandro en todo, a las hermanas de Alejandro que mira lo que te han dicho; nada menos que “nuestra madre te ayudará” como suspendas no tienes perdón, piensa en lo orgulloso y contento que estuvo Alejandro con tu sobresaliente de inglés, tienes que aprobar constitucional... Como suspendas no tienes perdón”.

[...]

Derecho Constitucional: septiembre 2008, nota final; 4'8. En la revisión; “Usted señorita no sabe estudiar, con su método de estudio no va a aprobar quinto en la vida, tal vez debería usted, no sé, subrayar en colorines, es extraño que haya llegado hasta aquí, no todo el mundo puede aprobar en esta carrera y no pasa nada por ello, hay más opciones en la vida, piénselo...”



"Bueno, he aprobado 11 de 14, inglés y alemán y he hecho todo lo que he podido por él y su familia". Has fracasado, sabes que constitucional era la difícil, lo otro no es para tanto... Reza porque a él no le dé pena que hayas suspendido, si se pone triste o se decepciona será por tu culpa, debiste estudiar más...”



[…]

Años más tarde, sin Alejandro, sin nuestros amigos, sin padre, en convocatoria de gracia y sobretodo conmigo misma he aprobado Derecho constitucional. A Rotenmeyer la he mandado a fregar, aún sigue dándome órdenes y presionándome, suele decir “todo el mundo ha acabado ya la carrrera menos tú porque eres una blanducha fracasada, ya tendrías que haber terminado y no ser la última como siempre”.

Yo por mi parte salí de casa, cerré la puerta. Me dió pena que no pudiera alegrarse por mí, pero Rotenmeyer siempre está enfadada. Aunque sea tarde, me ha costado mucho esfuerzo conseguir esto y aunque ella diga que no, creo que tengo derecho a estar contenta por mi pequeño gran logro. Así que me fui a brindar por mi aprobado y por el tiempo que hace que no amo demasiado a tal nivel con un glamuroso Ginger grape.

Continuará.



Las imágenes pertenecen a la película “la sonrisa de Mona Lisa”, muy recomendable para reconocer patrones no tan lejanos en el tiempo. Patrones que he reproducido, conductas con las que me sentí algo más que identificada cuando vi la película y que, en gran medida, he narrado en este post. Si os apetece, la recomiendo.