domingo, 28 de diciembre de 2014

Bocanadas de silencio

Harry Potter y las Reliquias de la Muerte siempre me enseña cosas.
Tengo la capa de invisibilidad para saber desaparecer. Llevo años haciéndolo, sé cómo usarla, sólo he de hacerlo.
Tengo la Piedra de Resurrección para hablar con él desde que no está.
Tengo la Varita Invencible desde hace tres años pero me la dejé antes de emprender el viaje. Lo hice adrede. No quise usarla, me fui a vivir a muerte.
Viví y sólo guardo en el corazón una víbora que me mordió meses más tarde y varias hermanas. Aún supuro veneno de serpiente. Me llevé mucho amor y un trauma en mi huida.
Tuve que escaparme. ¿Habéis tirado los restos de un sueño de infancia por la ventana y vuestras maletas por las escaleras? Sabe a pepino amargo. Sabe a pesadillas en las que aun pueden hacerme daño viviendo en esa casa. Sabe a no poder escapar, a estar atrapada.
Me escapé para salvarme, hacia delante sin pensar en qué me había pasado allí porque fue horrible. Juré guardar silencio. Aún hoy me avergüenza todo lo que consentí y no puedo hablar de ello sin llorar.
Volví al mar, al sol. Me enamoré a los tres días de vuelta con el corazón en la UCI, como me fui a vivir, a muerte.
Me lanzó una Maldición Imperdonable; una mirada y una sonrisa suya y me hizo una cicatriz para recordarme que yo era suya cuando él quisiera y sobreviví. Fue un milagro, ni Voldemort sabe cuántas ha matado. Las he visto morir; rubias y morenas, altas y bajas, bonitas y feas, desconocidas, conocidas y ella. Ella era mi amiga... Pero llevo la cicatriz bien esculpida y a veces me parte la cabeza y otras el alma porque sólo yo puedo escucharle por dentro. Sobreviví y me fui hacia delante, sin pensar. Viéndolas morir como muñecas de trapo de Halloween anunciándome el futuro y me fui a por él sin la Varita Invencible por haber sobrevivido, por soberbia, por amor.
Entonces escuché la profecía en mi cabeza: "al final sólo puede quedar uno con vida" y os prometo que algo de él vivió dentro de mí y algo de mí dentro de él y que nos lo hemos bebido y vivido casi todo en estos meses.
Por ello hablamos pársel y estamos conectados, además de por otras cosas. Llevo ocho meses destruyendo sus horrocruxes, pero todos también me cuestan partes de mí y cada vez me siento más débil antes de la batalla final. Falta muy poco.
Si hubiera librado la batalla antes no habría muertos, pero no he podido, ni he querido. Los habrá.
En la película es esencial que Voldemort mate a Harry Potter y en la mía voy a daros a Marilyn Monroe.
Es necesario tener un corazón dispuesto a nacer y morir muchas veces para librarse de apegos. Voy a morir para nacer, no sé cuando volveré a la vida sólo que voy a morirme y será hermoso.
Soy el último horrocrux de su alma, el que no quería crear y se creó sin que él pudiera evitarlo y ahora sólo puedo acabar conmigo para acabar con él.
Espero que el final que voy a escribir sea como el de la película y así sólo muera de mí la parte que él ha creado, la que yo he amado y todo lo que he soñado en la oclumancia que él domina y yo no. El control mental es mi punto débil, ha entrado en todas partes con un requiereme letal. No pude gritar protego mientras me leía la mente. Lo llamé amor.
No me entristece poner fin a la saga, llevo siete libros por horocruxes, por kilos, por vinos, por cigarros multiplicado por besos dividido por nada.
Hace años que escribo y por eso sé que el final sólo puedo crearlo yo porque nos he creado en una huida y una vuelta. Tal y como moriremos cuando yo deje de ser Ariane y le dé a Mr. Flannagan a Marilyn Monroe en Misfits.

domingo, 21 de diciembre de 2014

La reina ciega

En este cuento el príncipe estaba en la torre. La torre era un lupanar vacío muy naíf y kitsch. Estas palabras se las enseñó el príncipe mientras la abrazaba.

El Príncipe le pidió a la princesa que le diera una oportunidad, le suplicó llorando arrodillado que fuera a la torre donde él se hallaba solo mirando la biblioteca de la Bella y la Bestia donde quería estar con ella y entendió que la había dejado escapar. Le habló de los libros que les aguardaban, de las almohadas, del fuego y como el cuento es para adultos; de las veinte horas al desnudo que quería compartir en la alcoba con ella, hablando de todo y de nada...

Cuenta la leyenda que la princesa era una reina que no sabe que lo es. Había nacido bendecida por la Corte de las Hadas de las Flores invitadas por su padre. Unas la honraron con los dones de la gracia, la belleza, la elocuencia y el candor. Otras le dieron valentía, fuerza y coraje. Le regalaron dragones para luchar contra los enemigos y luz propia para poder ver en los lugares más lúgubres y oscuros de la vida.
Pero su madrastra temía que la princesa fuera indestructible e invitó a la bruja Tóxica ese día en que ella nació a la vida bendecida por las hadas, la maldición de la bruja enviada por su madrastra era despiadada. "De todos los dones conferidos la princesa no podrá ver jamás ninguno, cuando alguien le hable de sus dones pensará que le mienten. Amará a caballeros de armadura oxidada que la verán con todas las lacras con las que ella se verá, pero entonces, cuando ella los salve, ellos verán sus dones verdaderos y huirán despavoridos dejándola pensando que eso es lo que merece".

                               ***
La princesa le amaba en secreto y eso era público y notorio.
No tenía un hada madrina sino una corte de ellas. Todas la visitaron antes del primer beso de amor y le regalaron la Sabiduría del Buen Amor en varios encantamientos, tal vez débiles para la magnitud de la maldición de Tóxica.

"No le mires a los ojos".
"No le escuches".
"No le creas".
"No le beses".
"Recuerda lo que has aprendido".
"Ya has pasado por esto y has vencido".

-¡¿Y si dice la verdad!?-les replicó la bruja Tóxica a todas.

La reina le dio audiencia sin darse cuenta. Hipnotizada mientras el príncipe le hablaba y la miraba, le susurró.

-Mira en tu corazón ya sabes qué hacer.
-¿Qué?
-Escucharle.

El apuesto príncipe le dijo:

-Princesa, soy sólo una sombra a tu lado y sé que no lo merezco pero si me das esta oportunidad haré que cada día valga la pena... Siento mucho todo lo que ha pasado no quiero volver a perderte ahora que has vuelto. Estuve ciego, sólo tú sabes quien soy y nadie más.

La Corte de las Hadas de las Flores contuvieron el aliento pero confiaban en ella.

-Me has roto el corazón con que amarte príncipe..
-Si me das esta oportunidad te haré feliz y te abrazaré y besaré hasta que sea indestructible de nuevo y podamos olvidar todo esto...

"¡Tu corazón es indestructible! ¡Ya lo es! No le escuches, es una trampa, princesa". -Dijo la portavoz de las Hadas.

-Lo amas. -Dijo Tóxica-. Y él a ti, a su manera... Sólo tú puedes cambiar eso ya sabes qué hacer.
-¿Qué?
-Pregúntaselo.

-Príncipe. Has quemado el reino desde la torre lupanar, ya no quedan doncellas vivas que puedan visitarte, yo no voy a ir a tu torre donde todas mueren...
-Ya no vivo allí princesa. Tengo una biblioteca nueva para nosotros donde no quiero a nadie más que a ti conmigo o a mí solo pensándote si ya no me amas.

-¿Lo ves?-dijo Tóxica-. Yo he visto el nuevo castillo del príncipe, su puerta es demasiado pequeña para ti pero si logras entrar os amaréis por siempre jamás.
-¿Cómo puedo entrar?
-Ya sabes cómo, recuérdalo y no falles.

La corte de las Hadas de las Flores lloraban desconsoladas. La Princesa no podía verse y lo iba a hacer. Iba a hacer lo que fuera.

"Es una trampa. Esta vez puedes morir, es una trampa".

La princesa no las oía ya...

La Princesa dejó de comer, de dormir, de quedarse centrada en ella, bebía con el príncipe. Se cortó un brazo pero no podía entrar. Se cortó el otro pero no era suficiente. Se cortó la pierna sin llorar, no cabía. La otra también. Su corazón era demasiado grande y lo partió en siete pedazos. Se sacó los ojos de las cuencas porque el príncipe los necesitaba para seguir viéndola.
Su luz era demasiado grande y ella creía que era su talla. Perdió más peso y se hizo más pequeña. Al fin entró por la minúscula puerta. Sólo era una séptima parte de corazón.

-Príncipe soy yo. He logrado entrar, ya estamos juntos y todo va a salir bien.
El príncipe la besó y la última luz que quedaba en la séptima parte de su corazón se hizo débil. La estaba extinguiendo.

Tóxica se moría de la risa.

Entonces la Corte de las Hadas de las Flores obraron un Hechizo de Amor Verdadero.
"No podemos hacer que vea pero sí que crea. Debemos reconstruirla".
Y de repente se hizo de luz azul y el príncipe murió de miedo al ver como era ella en realidad y se derritió.

Ninguna reina puede destruirse a sí misma aunque lo quiera por amor. Ninguna reina puede negarse que lo es aunque no lo vea.
Ningún príncipe te extinguirá ni tendrá miedo.

sábado, 6 de diciembre de 2014

Como los árboles

He tenido la fortuna de llegar a la vida por un hombre que tenía integrados en sí al hombre y la mujer. Un hombre que sabía dónde estaba su corazón y emanar tanta luz de él que alumbraba las vidas de cuántos le conocieron.
He sido muy afortunada de aprender a decir "papá" bajo el atento amor de su mirada y todas las palabras que conozco.
Me regaló mi primer libro a los cuatro años y el amor por la lectura.
Escuchó mi primera redacción de dos hojas, leída a viva voz a los seis años.
Me enseñó que no pasaba nada por aprender algunas cosas más despacio que el resto, por ejemplo que mi hermana pequeña, la cual aprendió a ir sin pañal y a atarse los zapatos antes que yo. La paciencia es el mayor acto de amor para con uno mismo y esa fue sólo una de las grandes lecciones que me dejó mi maestro, mi padre.
Me apoyaba en mi amor por la escritura, mirándome mientras escribía, como lo hace ahora.
Me protegió de la muerte de la madre de Bambi y se la inventó escondida tras unos matorrales.
Me cuidó en todos mis ataques asmáticos y enfermrdades porque tuve un padre muy madre que me llevaba en brazos de madrugada a urgencias acariciándome los cabellos.
Me miraba mientras trepaba a los árboles y por las cuerdas de los parques porque sabía que me habría de caer y me dejaba hacerlo para curarme luego.
Me puso y me quitó las ruedas de la bicicleta y después las del coche que me regaló por generosidad.
Me llevaba de la mano a todos los recados y me hacía participar en su vida.
Me amaba, más que nunca cuando erraba porque eso es lo que hace un buen padre.
De mayor me consentía en todas las cosas que podía desear una chica.
Le hablaba a mi vehemencia y visceralidad cuando fui adolescente.
Me tejía bufandas de lana con nudos de macramé y también el corazón todas las veces que me lo rompieron con palabras muy ciertas. "Nunca te olvides de que: ningún hombre merece tus lágrimas, ni siquiera tu padre el día en que se muera".
Me contagió su sentido del humor y un lunar sobre el labio.
Me enseñó a confiar en mí y aún lo aprendo. Me dio su coche sabiendo que habría de causarle algún daño por inexperiencia. "¿Se arregla con dinero Nemesia? Pues no llores".
Nunca juzgó mis errores sólo se mantenía más cerca cuando los cometía.
Me enseñó a cocinar y a ser valiente.
Me enseñó a amar, a cuidar y a proteger. A curarme las heridas, a secarme las lágrimas.
Me hizo ver lo que es un hombre de verdad pero yo siempre he amado a caballeros de armadura oxidada.
Me demostró que hay hombres buenos que saben lo que son las grandes cosas de la vida: el amor, la familia, la valentía, la lealtad, la fidelidad, la palabra y el honor.
Su última lección fue la más dura pero la más importante tal vez. Su valentía y él me mostraron qué es un hombre que sabe que lo es y no necesita demostrarlo todo el tiempo. Me enseñó por amor lo que era morir de pie como lo hacen los árboles.

lunes, 6 de octubre de 2014

Fugaz

He visto a Narciso bañarse desnudo en el Mediterráneo, sólo lo hizo porque había una ninfa dentro haciéndose la muerta como reclamo. Ella me odia, me lo ha dicho, sabe que hay algo que no ve y por eso se suicidará besándote. Te odio porque me importas muchísimo cuando haces eso de dejar que se te suiciden las ninfas contra tu boca. Murió, era tan mona esa criatura de cabello ensortijado...



Tengo un teléfono para no mirarte desnudo ni semi, pero me hablas en 3D y te sientas a mi lado. Se me empañan los ojos de la rabia. Parece que no puedo ignorarte muy fuerte esta noche porque choca con tu llamada de atención.



Sólo alcé la vista un segundo por encima de mi teléfono y lo aprovechaste bien. Claro, sabes bien cómo se hace. Llevabas puesto el cuerpo del delito que me esfuerzo por no cometer ni comerte la boca como en tu vida. No sé qué has -o te han- hecho pero tienes una herida muy fea en el centro del pecho. Sabes que soy una Targaryen si quiero y vienes a que te cauterice el corazón. Te echas a llorar porque sabes que eso es el porno que me gusta, no a ellas , a mí. Narciso no es hijo de Atenea pero a veces le adopta-pienso-. “Romeo decide morir” dijiste con toda tu boca, a conciencia, de cerca. Fue una suerte de hipnosis.



He perdido todos los manuales de psicología. Juro que guardaré silencio, esto no me está pasando, no me está pasando, no me está pasando. Hice todo lo que me pedías desde entonces. Dejar el móvil lo primero, de las taquicardias no hablaremos.



Eras tú el que lloraba pero yo moría de pena y te creí y me lloraba el corazón por dentro al verte, no espero que sepas qué es ese sentimiento. En alguna parte ardieron miles de libros sobre dependencia emocional y todas mis defensas mentales. Apenas pude salvar unos pergaminos, como en la biblioteca de Alejandría. ¿Qué sabe Narciso del fuego? No lo sé pero lo calcinaste casi todo. Fuiste letal. No sonaron las 3 alarmas que había puesto por si me dormía otra vez alguien como tú.



Señalaste al cielo y me dijiste que mirara, sonriendo mientras llorabas, pero fingías que no llorabas más y yo flotaba, cuando uno muere de amor flota, me ha pasado 158 veces contigo en cada sesenta segundos que me miras. La ninfa muerta nos mira pero me importa poco.



“Mira”-dijiste- y creaste un cielo estrellado, así, de la nada. Vi constelaciones que no conocía y te quedaban muy bien compitiendo con la belleza de tus ojos, pero no hay rival para ellos en ninguna galaxia.



Dijiste “osa menor” y mi niña interior reapareció de su eterno escondite. Se fue corriendo hacia ti, salió de mí y mi boca dibujó una O perfecta en consonancia con mis ojos. Se sentó en el suelo contigo y te abrazó la pierna, no pude frenarla ni verla salir corriendo hacia ti, recostó su cabecita en tu rodilla y yo abrí mucho el corazón. Nunca me había pasado, nunca se fiaba de ningún niño -¿quién puñetas es Narciso y cómo lo ha conseguido?-. Me empezó a nacer un miedo muy grande y le pusiste una mano en la coronilla y os quedásteis muy quietos. Estábais muy hermosos mirando al cielo, fue poco tiempo y tú no te acuerdas porque no es importante para ti.



No es importante para ti, no es importante para mí, no es importante para nadie. No es importante, no es importante. Nadie debe saber qué me está pasando, no me está pasando nada, no está pasando nada.



Me pareció que si fueras infinito serías espacio y que lo entendías. Te amé muy fuerte de ese modo instantáneo, brutal, sin defensas. Fuiste una estrella fugaz en esas constelaciones que me enseñaste. Pero lo peor no es que me las enseñaras, es que mi padre forme parte de y me hubiera hablado de ellas antes que tú de niña. Tocada en c7 y hundido mi portaaviones. Y no sé si a mi niña interior o a mí, pero me disparaste en la sien sin pensar y me nacieron mariposas y se quedaron a vivir en mi estómago y estoy segura de que lo sabes.



¿Quién es la ninfa muerta?



No fue el frío eras tú que me hiciste nacer erizos en todo mi cuerpo y me cerraste los ojos inevitablemente y nos abrazamos. No sé si el orden es importante.



No hay erizos, no hay erizos, no hay erizos. No ha pasado nada, se me han cerrado instintivamente por si me golpeaba con su hombro. No hay erizos, no hay nada. No ha pasado nada, no he sentido nada, no he sentido nada.



He tenido una sonrisa con un “gracias”. Tienes corazón y te lo he visto. No he visto nada, no he visto nada, no he visto nada. No me gusta, no me gusta. No se me ha clavado en ningún sitio, no se me ha clavado nada. Sólo estoy confundida por tenerlo todo tan claro.



Pero nos abrazamos y me habría quedado a vivir en ese abrazo nuestro unas cuantas vidas porque creo en almas que se abrazan y que nada es casualidad. Amé algo de ti y lo acepto, amé al hombre perfecto que se adueñó de ti a mi lado en ese momento, ese hombre que ya no existe. Tú mismo ya no existes ni yo tampoco. Y deseé que fueras feliz para siempre como fuera y por favor tienes que serlo. Antes de que tu cama fuera el Museo del Prado ya no era un reto para mí, yo quería tu corazón no una noche en el Museo y lo tuviste en ese instante pero se fue, fugazmente, tal y como llegó. No sabré si estuvo alguna vez lo que ya no existe. Si el tiempo no existe ese día empezó y acabó todo y en ese instante fue para siempre.


viernes, 26 de septiembre de 2014

Hubbell

“Estás bien, tienes que comer”.
-Tú no has visto las fotos de las dos modelos pero yo sí...

“No sé que ponerme”, -ni yo que quitarte primero y no digo nada y estoy aquí sentada en el suelo enmoquetado de esta casa que me trata mal.
Elijo corbatas, camisas y trajes en fotos pensando que la ropa que te pones te la va a quitar otra y muero, pero sé feliz que estamos lejos y no me quieres como yo amo tu barba y tus manos.

Cuento los días y se restan y multiplican los muy malditos. Sólo quiero hablarte de una vez y acabar con esto. He cogido tantas veces ese vuelo que sueño que lo pierdo. Me has besado tantas veces al llegar que estás con ella seguro. Me gustas tanto que te pasas el día pendiente de mí y yo de ti siempre. Eres la presencia ausente más hermosa que he experimentado porque duele que me encanta. Y ya tengo el virus. Es otra vez igual. Sólo me dijiste su nombre y tuve que agazaparme en el trastero. Ataque de ansiedad, menos cuatro kilos pero se dice que estoy guapísima. Y tú no dices mucho, te gustan otras cosas de mí, las que no se ven y me matas de miedo con eso.

Te pareces a todo por lo que corrí con lobos al extranjero pero no lo veo bien, aún no lo tengo claro. Necesitas que te salve la vida y yo me muero de ganas, tengo que evitarlo tanto como lo deseo. ¿Sabes cuánto es eso?

Tengo un electrocardiograma plano que controlas desde tu móvil. Me tienes monitorizada y me encanta. Es el virus, lo conozco. “Intenta comer algo”. Pero ella es una muñequita perfecta con unas pecas de inocencia preciosas sobre las mejillas y no tengo hambre si lo pienso.

Y me hablas llenándome de sístoles y diástoles el día y el cerebro. Si me pasa esto es por algo, es porque también me echas de menos. Seguro que sólo mientras no estás con ella. ¿Pero eso es todo el tiempo? Pero si siempre hablamos no puede estar con ella, pero está... ¿Por qué no me dice que está con ella o las que sea?

Voy a coger una katana y me voy a cargar todo lo que siento por ti. Pero tienes que saberlo antes. Esto no se hace, no puedes tenerme aquí con el corazón allí, pero si quieres podemos intentarlo. Es el virus.

Es mañana. EL DÍA. Tenemos planes. Nunca he tenido una cena desde aquella nuestra y nada que ponerme. Tengo una plaga de mariposas monísimas, por favor no las fumigues, son de hermosos colores como mis ojos cuando te miran te lo juro. Tengo que hacer como que sigo sabiendo usar el cerebro y elegir sitio.

Y todo me hace estar cerca tuyo, ya estoy aquí y todo, todo, todo es un decorado de esta historia sin sentido y con demasiada sensibilidad. Estamos cerca al fin pero no enfrente aún . Quiero apoyar mi frente en la tuya y darte un beso. ¡¿Por qué no puedo tener eso?! Me parece más noble desear eso que la lotería... Tengo que decírtelo todo, seré yo la valiente. Voy a quererte a muerte y te lo voy a decir porque no puedo más con la incertidumbre.

No sabía que sirvieran vino con taquicardias para la espera. Para picar con la copa me tiemblan las manos pero voy a quererte a muerte, es la última vez que te quiero así, lo tomas o lo dejas. Es el virus.

¿Qué se mastica en una cena cuándo se masca la tragedia y la derrota?

-¿Os véis? -Mascullo, haciendo como que me encanta la idea. Bien interpretado. Y las mariposas baten las alas todas a la vez, saben que van a morir, es su último vuelo. 

-Hace dos meses. Se puede decir que estamos saliendo y tengo mi cepillo de dientes en su casa.

Muero sonriendo y con los ojos vidriosos.

Mi hada madrina barre mariposas muertas y gusanos de tierra. He olvidado poner el silenciador al ruido que hace un corazón al romperse, pero no lo has oído. No eres de esos. Está muy roto y no tiene arreglo.

Puedo decirlo todo ya, es la Paz de Westfalia. La guerra ha terminado, soy el fotógrafo del beso en blanco y negro de la chica y el marinero, no soy la chica. Vaya mierda de final, pero puedo escribirlo y quedará romántico.

-Chico, estamos aquí porque te he mentido. Desde los primeros cinco minutos que pasé contigo nunca he sentido amistad por ti, y si alguna vez me has apreciado dime que tengo una imaginación portentosa y que nunca has deseado besarme ni dormir conmigo, es la última vez que nos vemos y hablamos, dilo. Tienes que acabar con esto.

Sabe mucho de reveses pero este no lo va a encajar, ha sido potentísimo. Hasta yo me he impresionado.

-“No quiero perderte”.

-Pero ya me has perdido, tienes novia.

-No estoy casado con ella, ni contigo y claro que he querido todo pero tú...

-Sólo dime algo, ¿por qué no yo? En serio, necesito saberlo, ahora ya no importa pero me gustaría saberlo...

-Carrie...

-Por favor, dilo, di lo que sea.

-Se hizo tan difícil, tú estabas allí y yo aquí y ella es...

-Tú la vas a querer muchísimo y le vas a dar todo tu corazón... Te hará muy feliz. Tu chica es encantadora Hubbell.


lunes, 22 de septiembre de 2014

El Norte

Hacía demasiado frío para pensar y no lo pensé demasiado. Estábamos lejos pero muy cerca y se me cortaron las manos enteras.



Fue hermoso, nadie lo podrá negar si nos hubieran visto. Tú tenías una sonrisa y por eso me creaste una que había borrado hacía mucho.



No quería subir al tren, si iba nada sería lo mismo, estaba temblando, hacía demasiado tiempo pero a mi niña interior le gustaban tus bromas y el nombre de tu mascota estaba inventado para enamorarme -di la verdad.



Me quitaste el miedo cuando apareció sin ser invitado y nos encontramos Miedo y yo en una estación de Metro. Miedo iba vestido de tu ausencia accidental, temporal. “Mercè no va a venir seguro que era una broma y ha querido hacerme venir aquí para reírse”. A mí que hicieran dos grados me daba igual, no es excusa para el refugio. Cuando viste mi pánico al descubierto me preguntaste qué clase de hombres había conocido y yo no quise hablar de los fantasmas, pero con eso ya nos vinieron a ver casi todos.



Y eras guapo y lo estabas y yo también de no saber qué ponerme o quitarme. Había muchas luces y no era Navidad pero la que me brillaba en los ojos era la más hermosa de todas. No entendía qué me decías pese a que los extranjeros eran el resto, no tú, tú hablabas en mi idioma pero nadie me había hablado tan claro y como dijo el genio: “sigo pensando que nuestro mejor diálogo fue el de las miradas”. Cenamos mariposas o me las comí yo todas, no me acuerdo. Me enamoré por unas fresas con chocolate malo que no pude ni probar de la emoción a las que culpé un tiempo.



¿Cómo se llama cuando alguien te habla y sólo piensas en cuando va a besarte de una vez? 

Y no te entendí nada por los nervios, aunque era brillante todo lo que decías, pero no como tus ojos al mirar los míos. Me temblaban las piernas y por eso intenté asustarte mucho pero decidiste sobrevivir al postre, nadie sobrevive a eso conmigo.



Me habría quedado allí toda la vida de risas contigo. No te miento, no sabes cuánto hacía que no me reía con alguien. Lo habría hecho cuando no me tuviste miedo y lo tuvimos los dos, creo. O yo lo tuve, no hablaré de ti. Nos salió la cama de la cabeza porque no íbamos a ir y el sentimiento se acomodó en el corazón y yo me lo merecía un poco por jugar y creer que no. Que yo era inmune a ti y tú a mí.



Al despedirnos media “yo” se fue a dormir contigo y la otra mitad se quedó despierta mientras hablábamos a oscuras, tú en un sitio con desconocidos, yo en una buhardilla pequeña como la de Harry Potter. Y morí de amor muchas veces esa noche y todas. Me rendí a ello y pensé "¿por qué- por qué- por qué- no te besé como si fuera el último beso de mi vida?". La mesa tenía la culpa, estaba en medio y yo quería esconderme debajo porque tenías que estar escuchando a mi cabeza gritando que me besaras, qué vergüenza más grande. Y tú pensabas en el maletín de pulp fiction estoy segura de ello.



Y me pareció tan larga la noche sin ti y sin poder verte que cuando te vi ya te quería para mí para un rato muy largo de un tiempo de vida. Y sin dormir juntos estábamos guapísimos de no dormir hablando dormidos y tenías de pronto unas manos preciosas y un día por delante para los dos, unas horas que nos pasaron tan cortas... O a mí. Para mí todo se quedó corto.



Tenía que asustarte para que te fueras corriendo porque me moría de miedo, yo sólo quería hacerte el amor en todas partes y sabes que lo habría hecho. Hablaré de mí y no diré nada.



Y eras un maldito valiente y no te asustaste de nada pero estabas muerto de miedo porque era mucho en muy poco tiempo. Y nos abrimos los corazones antes que la ropa y no saltaron los botones como balas de fogueo y tú no sabes nada, pero te odié por ello con la misma intensidad que te quise por la misma razón. No pasó nada de eso, pero abrirnos el corazón fue demasiado y muy tierno. Nunca se lo había abierto tanto a nadie tan de repente y tú no sé qué pensaste. Fue un suicidio emocional y te gustaba verme jugando a ser una kamikhaze y me pedías “hazlo otra vez” querías demostrarme que podías sobrellevarlo, pero no...



Habría paseado todos los pueblos del Norte contigo pero eso no es normal y no me besaste y yo nunca te di la mano porque no te la habría podido soltar llevando el corazón abierto.



Cerramos el círculo y lo cuadramos en una estación como todo fue al principio, pero no queríamos irnos a Boston y a California y nos inventamos un destino en común que no existía como nada de lo que digo. Me moría de calor y estaba temblando de frío. ¿Cómo se llama cuando los abrigos no pintan nada y estamos perdiendo el tiempo vestidos?



Y te fuiste llevándote el verano de Invernalia. Fui muy valiente y me quedé de pie, como si no me hubiera quedado suspendida en el aire expectante de que perdieras el vuelo. No podías irte cuando te estabas yendo, no podía perderte, teníamos que salir del inframundo y yo no te hubiera pedido que me miraras porque quería confiar en ti y lo hice. “¡¿Quién es toda esta gente?! Quiero que se vayan y besarnos ahora mismo. Los voy a matar a todos y saldré en la prensa y bajaré corriendo de este tren, te perseguiré por toda la estación y nos abrazaremos y nos besaremos. ¿¡QUÉ!? en las películas pasa y yo quería estar igual de loca. Media yo se fue tras de ti y te la llevaste. “Quédate aquí Arya, yo estaré allí en casa no voy a quitarte esto, en verano...” y la mataste y aun la ven por ese vagón de metro. Se quedó vagando y nos miró a los dos y nos llamó imbéciles por no buscarnos cuando nos habíamos encontrado.



Habría dado mi sueldo de sonrisas y lágrimas por dormir contigo como fuera y dónde fuera pero no lo dije porque era un salto al vacío. Y te fuiste y ya me hablabas de que toda esa gente sobraba para nuestro abrazo y es que no pintaban ningún cuadro.



Te quise muy fuerte en un espacio muy pequeño y en todas las cosas hermosas que veía pero la más bonita de todas era hablar contigo. Me habría hipotecado por que me enviaras a dormir una noche más. Si no sabes qué es Narnia no se comprende que se cree tanto en tan poco tiempo y seguíamos con el corazón abierto.



Te quise. Te quise. Te quise y te voy a matar de hambre el ego no contando como dolía.

miércoles, 3 de septiembre de 2014

Bella y Bestia

Siempre he muerto de amor cuando la Bestia le regala a Bella una biblioteca enorme, llena de libros, desde el suelo hasta el techo. No me lo puedo creer. Me emociona que tomen un libro y se acurruquen frente a la chimenea para leer juntos. Realmente si no hacen el amor después pierden el tiempo. Me encanta torturarme cada semana impar del calendario gregoriano pensando que los que me dejan por otra hacen algo así con ella. Qué os voy a contar que no sepáis de la intensidad con la que me gusta el café.



Me amargo los lunes por el trabajo del miércoles. Los miércoles me encuentro a su amante mientras canta Antonio Orozco lloro y no respiro y me pruebo una autoestima que me queda grande encerrada en el probador pequeño.



Muero de amor cuando él le regala un espejo para ver el mundo. El mundo no me ve como yo me veo en el espejo. En ese no, en el que le regala a Bella. El armario tiene polillas que me comen la seguridad en mí misma y las ganas de decirte cuatro verdades. Me ha dado un armario que me insulta y no amordazo por no ofender, era un regalo.



Cuando se esfuerza en humanizarse por ella y utiliza la cuchara siento mariposas en el estómago y náuseas y se me cierra de golpe. Me encanta la cena que no pruebo, el vestido, el baile, las vistas, las velas y la canción. ¡Qué canción! La belleza está en el interior. La lección es que sus 40 kilos se me caen en el pecho, pero en el interior dónde la Bestia nunca verá belleza y su machismo me hace gorda mientras le come la boca y sí, la fuente les está mirando, me han dicho que es azul, verde, gris y amarilla como mis ojos cuando son fuente. La siguiente también lo ha visto, pero quiere ser la siguiente, yo lo veo todo pero no miro, ya me lo sé. Mi niña interior señala donde le duele la obscena escena en el muñeco y yo le tapo los ojos, pero ya lo ha visto. Sé que no va a hablar en un par de días el puzzle de corazón tiene 1500 piezas que juegan al escondite.



Es bueno el bestia, la Bestia. Da de comer a los pajarillos y se le posan encima y también los buitres y los pavos reales y yo también, cuando soy colibrí y no una mariposa. No veo que yo sea un águila en este espejo. “Antonio calla un rato ya de hablar de tus temblores”. Jamás ha roto un plato, pero sí toda el ala Oeste, te dijeron que no fueras allí pero él te lo suplicaba y la prostitución (emocional) va por dentro.



Cuando con una copa se pide otra boca, o una, a dos, a tres, le gusta que le mire. Me importa un carajo, soy Mulán tengo una katana de mi padre y todos van a estar orgullosos de mí. Esta guerra la peleo ¿cuántas vidas me quedan? Mientras no sepan que soy una mujer mi corazón está a salvo. Tampoco ha roto la rosa en una boca ni en dos, vale, pero en seis ya sí. Ha roto todas las cosas del ala oeste mientras yo bajo las escaleras a toda prisa y me pregunto por la puñetera rosa y sus pétalos. En las escaleras pierdo los zapatos, ¡mierda! En este cuento no era. Aquí soy una prostituta emocional, Bella me llaman y le voy tirando retales de mi manual de psicología para que sepa por donde ir cuando no come trolls.



Casi me golpea la verdad verdadera con su lección de cuarenta kilos en la cara. ¿Pero qué es verdad Pinocho? Esto no es dolor y me como la manzana entera. Venenos a mí que muero tres veces por beso... No, no, eso no duele, sólo mata.



“Todo va a salir bien lobito bonito”. “¡Oh! He atropellado a Caperucita , me gusta que el lobo me mire como si fuera a comerme mejor y no dejarme por eso la he atropellado agente”. Cuando grita que no podrás ir al ala Oeste y destroza cosas para intimidarte, es bueno, sólo está asustado, pobrecito, nunca le han querido, pobrecito, ¿nunca ha querido a nadie? Aun más escaleras. He soñado con ellas.



Cuando huyes despavorida escalera abajo porque se ha vuelto loco porque has pisado su zona del castillo también es bueno, se está esforzando. Sólo “debe aprender a controlar su genio"-o su testosterona-.



Cuando huyes de la fiesta porque Robin Hood busca venéreas. Repite conmigo: "pobrecito, él lo está pasando mal porque la quiere".



Aquí no se vomita el alcohol, se bebe la amargura. La Bestia rompe tu corazón dos veces antes de la luna llegue al suelo. No hay puntos de conexión entre el dibujo de Tim Burton y la loca de los gatos. “O sí, su hambre. Son niñas perdidas, ya hemos llegado, estamos en Nunca Jamás. Bestia es Peter y por la mañana pan, al medio día pan y por la noche pan, pan, pan y voy pidiendo vino y sí, te ha tocado el culo”.



Jasmine, el mundo no es ideal porque estés con él, tírate de la alfombra en marcha y déjamela. ¡Más vino! “Antonio hijo, ¿cuánto tiempo eres capaz de cantar?”



Wendy abandona Nunca Jamás pero hablamos de Bella. Bella sólo ha de quererle un poco más.



A mí cuando se me juntan el mar y el cielo en sus ojos no me sale refutar a Belén Esteban. Debe de ser guay lo de hacer el amor frente a la chimenea si Antonio se calla y puedo vender un picardías.



La Bestia tiene un castillo con muchas habitaciones, yo cuando era Mérida iba por todas con mi arco preparado para apuntar a todo y nada en particular. Siempre había ropa de otras chicas o recuerdos. Pero sólo Bella entró en el ala Oeste, Mérida hace mucho que dio el cuento por acabado. Pocahontas se pilló a su amigo, qué le vamos a hacer.



Ariel me entiende sólo porque ama los ojos de Eric. Ariel me da pena y también la Bestia...



No puede ser, ¡otra vez no! Se me ha pasado por alto lo más evidente, la Bestia nunca quiso a Bella. No es una historia de amor, es un secuestro.

martes, 2 de septiembre de 2014

Me gustan los hombres


Me gusta el hombre que me trata bien, el que me pregunta "¿cómo estás?" Y sabe cuando omito la verdad. El que me alza la mirada sosteniendo mi cara por el mentón para mirarme y ver que algo no va bien sin explicaciones. El que me acaricia el pelo porque sí, porque le apetece y no como requisito precoital. 
El que estando en público no necesita estar pegado a mí cual lapa de roca para demostrarme que sólo está conmigo, aunque estemos rodeados de gente. El que dialoga conmigo en miradas. El que aprecia a otras mujeres y las ve en todo su esplendor pero me sigue escogiendo a mí, ya ves tú, porque no siente lo mismo por otra.


El que me cosería un botón de la camisa porque estoy muerta de cansancio después del trabajo y la necesito para la reunión de la mañana. El que sabe cocinar y le guste hacerlo para mí. El que no le dé vergüenza estar enamorado y demostrarlo. 
El que sepa tener plantas en casa y cuidarlas. 
El que merezca conocer a mi niña interior y hacerla sonreír y no quiera hacer otra cosa con ella que hacerla muy feliz. El que le guste viajar y vivir aventuras conmigo. El que le guste leer. El que no necesite demostrar todo el rato lo hombre que es porque está plenamente seguro de su heterosexualidad y no necesita exhibirla contando las mujeres que han pasado por su vida -o peor aún-, por su cama.



El que sea capaz de abrazarme de verdad, con toda su alma, sin llevar puesta y sin ser “un caballero de armadura oxidada”. El que sea un amante generoso y le guste hacerme disfrutar.



El que me haga sentir Marilyn Monroe cuando yo me siento Marilyn Manson.



El que no me compare nunca con otras. El que conozca todos y cada uno de los puntos cardinales para destruirme y nunca los ataque.



El que pueda ser cómplice de que otros me deseen pero que yo sólo tenga ojos para él.



El que no se canse de escucharme hablar de anécdotas de mi padre aunque sean repetidas porque es cuánto me queda de él. El que no me ponga cara de soy-un-niño-asustado-por-tu-dolor-cambiemos-de-tema cuando le cuente algo doloroso de mi pasado.



El que no muera de miedo si me pongo enferma o gravemente enferma. El que sea valiente para enfrentarlo todo y vivirlo todo juntos y lo elija libremente.



El que tenga amigas y por tanto conozca el sentido de la amistad con una mujer, más allá de esos que entienden amistad con una mujer por; sus ex, sus antiguos rollos o sus proyectos de cópula para cuando dejan a la novia.


El que me anteponga al mundo si el coche me deja tirada porque esas cosas me ponen nerviosa. 
El que celebre mis logros personales y profesionales conmigo y se alegre por ellos. El que pueda asumir mi inteligencia emocional y no se sienta amenazado por ella. 

El que desee despertar y dormir conmigo mientras la vida nos lo permita y creamos que tiene algún sentido compartir nuestras vidas juntos.



El que sienta que dormir juntos es especial y no rutina.



El que le gusten los niños y los ancianos. El que sea un buen padre y por supuesto, un buen hijo.



El hombre al que le guste una mujer y no las niñas perdidas.



El que pueda dejar encerrado en una habitación con luz tenue mientras Shakira le baila el waka-waka o la danza de los siete velos porque confío ciegamente.
 El que no cambie un beso mío por el de cualquier ángel de Victoria's Secret. 
El que no cambiaría jamás a la mujer más explosiva que pueda tener a su alcance por mis manos quitándole la ropa.



Por todo esto siempre digo que me gustan los hombres, no los chicos.

domingo, 10 de agosto de 2014

Hoponopono

¿Tienes los ojos muy grandes y muy azules a que sí?



Mira allí está la osa mayor. Espera... Es difícil de ver pero allí está la osa menor. Te lo cuento porque sólo tú puedes entenderme.



Pero no es verdad mi pequeña niña interior. Los chicos mayores, a veces, muchas veces, dicen cosas hermosas a los grandes ojos azules que les miran para no dormir solos.



-Carmen sube. Desde aquí se ven las estrellas perfectamente... Estar aquí no es como estar en el piso. Se llama contaminación lumínica.



-¿Viene de luz?



-Sí. Significa que la luz no permite ver las estrellas. Aquella de allí es la más cercana a la Tierra...-Huele a tierra, pero no a tierra mojada como la suya, no como en la que descansa. Huele a tierra de mi campo, nuestro campo.



Mi pequeña niña, este niño mayor no tiene la culpa, él no sabe nada de todo eso... Él te cree bonita y te dirá muchas cosas por eso, pero no las creas hemos pasado por esto juntas antes, recuérdalo.



-Cariño, nunca olvides que porque todas tus amigas tengan novio tú no has de aferrarte al palo de una escoba.



Si me dejaras tu cuerpo... Eres muy guapa... No puedo hablar de esto con nadie...



Mi pequeña niña, de tu cuerpo quisiera él saber muchas cosas y de tu alma no le importa ninguna. Yo te llevaré a ser feliz. Es su ego el que quiere jugar contigo y no hacerte feliz. Él no va a hacerte sonreír, eso no le colma el corazón. Su niño interior está perdido en una cama demasiado grande y que no se llena pese a las visitas.



Para, ya lo has coseguido. Me estoy riendo. Vete a dormir.



Mi niña interior, eso es una limosna y una miseria. Yo te quiero más que él de aquí al sol. Él no te querrá nunca como yo. Él no se quiere y no te querrá. Te veo cada vez peor, necesitas tiempo para ti y dormir. Vamos a otra parte, no bebas, come, duerme. Sé feliz con quién sí te ama. Yo te amo, nunca más te dejaré sola con él ni sin él te lo prometo. Sólo es un chico que sabe hablar y tú también sabes hablar. Sólo sabe cosas que tú sabes. Sólo estás proyectando, todo lo que ves en él, todo, es tuyo, y yo cuidaré de ti y él se irá, desaparecerá en el abrazo que te daré y no te hablará más.



Perdónalo. Bueno, perdónate a ti mejor. Perdóname por haberte dejado sola en ese momento en que señaló constelaciones. Creía que podrías llevarlo mejor, pero no pasa nada, iremos a tu ritmo. Yo te llevaré a ver el Universo, te llevaré a la playa, olvídalo. Una constelación no vale humillaciones ni un Félix de Montemar. Tú no eres doña Elvira. Tú eres una mujer que corre con lobos. Tú eres una niña salvaje fuente de amor, de vida y de poder. Tú no te colmas con besos de Robin Hood dependiente emocional. Tú eres amor. Tú no te llenas del vacío. Tú no eres él ni su estado de conciencia. Tenía que mirarte a ti y no a él robando besos encapuchados en despecho. No te vi bebidendo licores amargos, perdóname.



Nadie que te ame te hará esto, te lo juro. Si te amo, mi niña,  no dejaré que te hagan esto y te amo. Sólo yo puedo cuidar de ti mi niña interior. No todos los hombres son papá, ya lo hemos hablado.



Su corazón no sabe hablar como sus labios y tú lo sabes y yo te abrazo y tú le dejas con las que sea. Tus labios hablan tan bien o mejor que los suyos y los soltaremos en el mundo para que digan muchas cosas que llenen vaciamente a muchas niñas perdidas, pero no a ti porque yo te cuidaré. Él está en su sitio y tú en el tuyo, yo te llevaré.



Le conoces desde hace varias encarnaciones. Es mejor calidad en otro nombre, ojos, piel y cuerpo. En otros libros. En otras mujeres pero es lo mismo. No le conoces, le reconoces. Es la lección que no aprendes bien del todo. Pero te amo mi niña y la aprenderemos al ritmo que necesites.



Tú, mi niña interior no mereces lo mismo de siempre, ya está bien. Aún te estoy poniendo cristalmina por las noches en el corazón y yo cuidare de ti como él ni sabe lo que es eso. Yo te haré feliz, sin él y sin nadie aunque sea lo último que haga. Perdóname, no debí dejarte sola con él tan pronto. Es que hacía tantos años que no te veía así que me dejé llevar.



Agradece que estuvo. Agradece lo que ves de él, no de lo que has proyectado. No del mito, sino del logos (de la realidad). Agradece el hombre real que ves, es lo que hay y no lo quiero para ti ni él tampoco te quiere. Agradece que se ha mostrado como es. Agradece, perdona, suelta.



Dile adiós al tomate. Díselo. Míralo.



Tu pelota se ha ido mar adentro. Papá no va a ir a buscarla. Ya sabes perder mi niña, lo has hecho muy bien. Dile adiós al globo. Dile adiós al tomate. Dile adiós a papá. Dile adiós a este niño perdido.



-¿Podrás soportarlo? Te va a doler.



Perdóname mi niña, quise demostrarle todo el dolor que eres capaz de soportar para impresionarle. ¡Hay que ser imbécil! y lo fui. Perdóname por ponerte a salvo tarde. Pero no debíamos haber soportado ningún dolor en ningún grado. No debí dejarte. Me ha podido el orgullo. Sé que las perdonas, sé que las entiendes a todas. Sé que lo entiendes a él, sé que lo perdonas. Sé que no lo mereces y que si él supiera lo que no te mereces y que tú te has metido en ese corazón de niña que tienes, sé, que no lo habrías escuchado, ni soportado. Tú no tienes la culpa, yo cuidaré de ti. Sé que tienes hambre, sueño, cansancio y pena desde hace tiempo. Yo te daré descanso, cobijo, alimento y amor. Conmigo no necesitarás a nadie, perdóname por haberte abandonado. Ya estoy aquí. No me voy a ninguna parte, pero no llores más por favor.



Dile gracias a este chico por estar. Dile:  "perdón por unir mi camino al tuyo para sanarme". Dile: "gracias por haber estado ahí para mí como fuera". Dile: "te amo por ser quien eres y te suelto por ser quien soy". Te suelto ambas manos y diez dedos.



Suelto todo lo que he creado en mi mente...



Borro todo lo proyectado, sólo era mío, sólo era tuyo pequeña niña. Tú eres todo lo bello y bueno que ves en él. Yo te enseñaré a discernir. Dile adiós y deséale lo mejor.



Respira.


Ho'oponopono.



Ho'oponopono.



Ho'oponopono.



Gratitud.


Me dejo llevar por el amor Universal, confío, agradezco y perdono.



A partir de esta noche, todo irá mejor. Gracias por esta enseñanza.


Namasté.




domingo, 20 de julio de 2014

Nunca he pensado

No he pensado nunca en como es tu piel debajo de la ropa, ni en que me claves un mordisco en la nuca sin premeditación pero con alevosía. Ni que me enciendas con las manos más de la cuenta, ni en que me beses más de lo que puedas.

Nunca he pensado en perder mis manos por tu pelo ni en besarte como si fuera a morir mañana de pasión contenida. Cuando por accidente me tocas y me arde el ombligo lo apago viéndote con ella y se me pasa en el cuerpo en tres segundos, en la mente tarda un poco más. No pienso nunca en que eres la perdición diseñada a mi medida.

No me afecta lo que dices, ni tampoco me lo creo. No pienso demasiado en que durmamos y floten nuestras almas por encima de tu colchón y el amanecer se haga de colores y gemidos.

Tampoco pienso en todas las cosas que aprender de ti, en las lenguas que conoces y la que no usas en mí. No pienso jamás en quitarte la ropa y que me quites las ganas.

No pienso en como has tocado mi mente e impresionado a mi cuerpo. Ni en tus ojos que me miran cuando beso otra boca que no es la tuya, pero así es todo más fácil para todos porque de todas formas nunca he pensado en como sería besarte y que se me cerraran los ojos y se me abrieran las manos por tu espalda.

Nunca he pensado en nada porque fantasear sexualmente es del ego y podría decir muchas cosas de este tema, tantas como no debo hacer ninguna. Y no diré nada más salvo que me ha nacido un cuerpo y una piel y una sangre que no permito vivir, pero tampoco lo pienso.

En esta proyección que nunca pienso eres todo lo que merezco y le queda mejor a otra. Me sentarías bien con ella fuera de tu boca en la que te prometo que nunca tengo en mente y que nunca me he visto gimiendo tu nombre.

Hay tantas cosas de ti que no pienso... No sé que es el eros, ni el ágape, ni la philia porque nunca lo he pensado. Nunca se habían juntado antes para que los viera de lejos y de cerca pasar por mi lado.

Nunca he pensado en dormir desnudos y querernos vestidos. Nunca he pensado en leer abrazados y amarnos separados.

Todas las cosas en que no pienso irónicamente me dan mucho que escribir y no conozco otra forma de pensar.