miércoles, 8 de enero de 2014

Miedo

Se dice que el miedo puede ser racional, es decir, desencadenado por un riesgo real (miedo a cruzar la calle cuando vienen coches a gran velocidad) cuya función es la de preservar nuestra vida. Y el irracional, el cual simplemente está ahí para responder ante una alarma porque nuestra mente lo tiene registrado como una situación de riesgo, no hay ningún peligro inmediato pero nuestros mecanismos de alerta se activan, por ejemplo el miedo a hablar en público que no entraña peligro para la vida pero para el que le asusta es una situación peligrosa.

Por paradójico que pueda parecer, el miedo o la mayor fobia de una mujer dependiente emocional es ser abandonada, no ser amada nunca, pero ese miedo esconde también otro; miedo a la intimidad real en pareja. Ese miedo existe porque en el subconsciente ella no cree ser digna de amor puesto que ella no se quiere y temerá siempre (con razón o sin) que el otro se dé cuenta de que ella no merece que nadie la quiera y por ello se prostituirá emocionalmente, esto es, hará absolutamente cualquier cosa por la más mínima muestra de afecto.
Después con el tiempo y la recuperación el miedo es a volver a sentir porque sentir va asociado a sufrir pero eso es otro tema.

Esta patología (la dependencia emocional) afecta en todos los ámbitos de la vida. Una prostitua emocional tendrá no pocas amistades exigentes y manipuladoras (similares a sus parejas) y también se prostituirá emocionalmente en el terreno laboral, hará lo que sea necesario por ser aceptada, no sea que nadie la quiera... En la otra cara de la moneda, a medida que se recupere, esto irá dejando de suceder.

Esta forma de vida puede costar la salud; ansiedad, no poder comer, no poder dormir, taquicardias pero cuando una es jóven e intrépida se carga todo a la espalda y no piensa en miedos ni en prostituciones o dependencias emocionales.

Esta Nochevieja me “ofrecieron” trabajar diciéndome que tenía casi 6 días de vacaciones en Navidad... Y claro mi miedo irracional detectó una alarma y se activó y no me di cuenta y acepté y consentí. Hasta que no he pasado por ello no he entendido como otra vez he vuelto a caer en lo mismo.

Desde ese día me olvidé de mí y de como sería esa Nochevieja porque debía proteger a mi familia así que pedí al Universo con todas mis fuerzas que ellas pasaran esa noche lo mejor posible, cada día pedía por ellas, sólo quería que estuvieran bien. Muy típico también en una mujer dependiente emocional, cuanto más insano es el estado en que se halla más se ocupa de los demás (especialmente su pareja) y menos de sí.
Pero al volver a Inglaterra me dí cuenta, me había olvidado de mí y la verdad es que estaba muy triste y muerta de miedo aunque quede ñoño. Tenía miedo de lo mal que pudiera sentirme porque ya estaba bastante mal, tenía miedo de no soportarlo. Yo no quería esa situación pero la había aceptado porque era lo mejor para mantener las cosas bien. No me tuve en cuenta. Se aprovecharon de mí, de mi inocencia y de que yo creía que era normal lo que me pedían (igualito que con los hombres, escalofriante parecido pero tan culpable es el que pisa, como la que se deja pisar). Lloré todo el trayecto de vuelta, no encontraba paz en nada. Debí pedir al menos un poquito estar bien yo...

Estaba sola en una casa ajena, en otro país, sin nadie, sin uvas, sin cena especial, con un jersey gigante con bolitas y leotardos... Dije que sí porque temía que no fueran a quererme. Ellos eran maravillosos y lo que me ofrecían era lo mejor del mundo. (Igualito que con los hombres).

Nunca he pedido nada en pareja es algo que no sé como se hace ni tampoco tengo ganas de aprender. No tengo ningunas ganas de volver a estar fatal como antes y lo de estar bien con alguien es algo que solo puedo imaginar gracias al cine y las novelas. Un día aprendí que pedir era un adiós y ya no pedí nunca más. Desde que estoy mejor no he vuelto a enamorarme y vivo en calma en mi zona de seguridad de no sentir por nadie.

Como no sé como se hace eso de pedir siempre pienso que hacerlo es exponerse al rechazo entonces no pido. Sabía que era así en pareja cuando fui dependiente ¿pero en el trabajo?
Creía que lo tenía mucho más superado, que no caería en esos viejos patrones de conducta otra vez.

Desde entonces me he sentido bastante mal. Está siendo muy duro. No tenía a nadie con quien hablar hasta ayer, he estado absolutamente sola. Me siento mal conmigo misma por haberme dejado herir otra vez, con lo que ya sabía, decepcionada conmigo misma, triste y me pregunto muchas cosas pero la que más resuena es ¿qué hago aquí?


0 comentarios:

Publicar un comentario