martes, 4 de febrero de 2014

27

Me cambió por otra. Es algo muy común pero yo no lo sabía entonces. Dijo: “yo nunca te he querido, todo era una broma, son bromas que le gasto a todo el mundo” y así terminó él con una relación de 7 años como si yo fuera algo desagradable que quitarse de la suela del zapato evitando tocarlo.

Así, el día que cumplí 22, me llamó para felicitarme y comunicarme que había pernoctado con mi sustituta de una forma que yo no voy a reproducir, amén de otros escabrosos detalles del encuentro sexual que por respeto a que ella es mujer y yo también, omitiré.
Siempre he sido partidaria de la extrema generosidad en los “divorcios/rupturas” y creédme si digo que no me han dado motivos para serlo. Por tanto él se lo quedó todo; su familia, el beneplácito de la mía que desconocían la verdad, todos nuestros amigos que nunca más se dirigieron a mí, la biblioteca, el bar... Todo. El tiempo me ha enseñado que la vida sólo estaba apartando aquello que me sobraba, pero dolió mucho igualmente.

En ese momento eso era lo peor que me había pasado en la vida y que me estaba pasado. No sabía entonces lo afortunada que era. Me dediqué a autodestruirme y como acuario perfeccionista que soy lo hice bastante bien. Estuve emborrachándome durante tres meses seguidos sin parar, sola o acompañada. Viví mi propio “living las vegas” en una fiesta constante, sin parar de salir, sin control, sin responsabilidad, fallándome a mí misma... Al tercer mes el padre de mi mejor amiga me dijo: “te considero lo suficientemente inteligente para poder escoger si quieres ser una alcohólica y suicidarte lentamente o vivir y te aconsejo no tardar mucho en decidirte no siendo que cuando quieras dejarlo tú ya no puedas decidir sobre ello”. Entendí que aunque me bebiera todo el desamor en cubalitros y el dolor en chupitos de tequila él no iba a volver pero me quedé esperándole en el muelle de San Blas igualmente.

Por supuesto mi despecho tomó cartas en el asunto en esos meses en que me di a la bebida y a la comida, él estaba ya con otra y yo no iba a ser menos, así que me aferré muy fuerte al primero que pasó por delante de mí, me obligué a quererle y lo conseguí. Él era un excelente compañero de irresponsabilidad, excesos y fiesta. Él era la mejor venda que podía ceñirme a los ojos para no verme ni ver lo que me estaba haciendo a mí misma.
Un año y medio después, ese amante por sustitución que me busqué y al que me aferré como si me fuese la vida en ello, terminó con lo nuestro besando la boca de otra en mi cara, en la misma discoteca y ante la presencia de todos nuestros amigos. Nunca más he vuelto a saber de él. Es un curioso caso, sin duda materia para Cuarto Milenio. El curioso caso del tipo que se fue a por bebidas para los dos, se enrolló con otra en mi cara y nunca volvió.

Por supuesto pensé que la vida ya no podía tratarme peor. Cada uno valora el sufrimiento conforme a lo alto de su propio umbral y el mío aun no era lo bastante alto. Pensé: “primero me abandonan cual perro en la autopista diciéndome que todo era una broma y después, al siguiente individuo, lo abduce una choni sin sujetador, con botas blancas y falda vaquera”. Como no me quería en absoluto pensaba erróneamente “tan poco valgo que me han dado el cambiazo por lajuani y no he podido conseguir que él me quisiera”. No me decanto por si es más de Almodovar o de cine independiente el daño que pude llegar a hacerme y el que me dejé hacer. De verdad pensaba que definitivamente nada peor podía pasarme ya.

Pero la abducción de este tipo tuvo lugar en junio de 2010 y si algo he aprendido es a no decir muy alto eso de “ya no me puede pasar nada más” porque entonces la Vida misma te enseña que no es así y que te puede pasar algo peor o simplemente, malo de verdad.

En diciembre de 2010 mi padre falleció por un cáncer mortal de pulmón, en cuestión de un mes. La vida me puso en mi sitio definitivamente, a los 23 años me dio motivos para llorar y autodestruirme de verdad pero irónicamente fue cuando empecé a reconstruirme.

Absolutamente destrozada por la muerte de mi padre cometí un último error sentimental pero más breve afortunadamente. Se me da maravillosamente escoger hombres mal, ellos no tienen la culpa, yo les escogía mal y por eso nunca puede ir algo bien con la persona equivocada. Gracias a haberme destruido antes no lo hice al perder a mi padre pero caí en la mayor de las tristezas.

A los dos meses de morir él tuve un pequeño accidente de coche, no fue nada grave, recibí el típico golpe por detrás en ciudad en un día de lluvia. Pedí un taxi para mi madre y le dije que se fuera tranquila... Mi truco es fingir calma cuando me estoy muriendo por dentro, lo hago tan bien que a veces me confundo a mí misma -cada vez menos- y no sé como estoy hasta que me voy a dormir y mi cabeza tiene otros planes. Cuando ella se fue en su taxi me encerré en el coche en aquella rotonda, llovía, puse el cierre centralizado, quería que me dejaran tranquila, sólo escuchaba que el corazón me latía muy deprisa y el sonido de la lluvia caer sobre mi coche, no podía moverme pero quería hacerlo. Empecé a temblar, no sé cuanto tiempo pasó, conseguí coger el móvil, pulsé la “p” en contactos. Buscaba “padre”, apareció el número y llamé al móvil a mi padre y entendí perfectamente que estaba muerto en ese instante. Me quedé rígida e inmóvil, un policía me golpeaba la ventanilla, estaba colapsando el tráfico. Empecé a llorar, ni siquiera sentía el esguince cervical que me había pasado.
No sentía que tuviera a nadie en quien apoyarme sólo personas que me exigían cosas estúpidas como acabar mi insignificante carrera.

Salvo por mi padre, siento que he ganado mucho más de lo perdido porque un año después, cuando la última persona que escogí mal terminó con lo que quedaba de mí hice por mí todo lo que habría hecho por salvarlo a él, fue muy difícil hacer algo tan sencillo.
Dejé de fumar paquete y medio de tabaco diario, de salir, de beber, empecé a cuidar mi alimentación, pedí ayuda, invertí mi dinero en ponerme bien, fui a psicoterapia cada semana, lo pasé muy mal allí, lo puse todo de mi parte, vi marcharse a mucha gente de mi lado...
Me hice a mí misma y simplemente soy otra persona.
Entendí que debía ser la mejor versión de mí misma que pudiera ser y ya tengo la 27.0.
Aun me exijo mejoras, pero como mi hermana siempre me dice “allá donde vayas, no olvides quien eres ni de donde vienes”.

0 comentarios:

Publicar un comentario