martes, 8 de julio de 2014

Maléfica

Puedes pasarte la vida odiando y llena de rencor y resentimiento. Al fin y al cabo te dio un beso de amor falso y tú le habías enseñado a volar y un mundo nuevo. Él parecía feliz junto a tus alas y rarezas. Siempre hubo un punto entre su mundo y el tuyo para los dos pero era todo mentira.

Te emborrachó sabiendo lo que hacía y te cortó las alas porque de tan cobarde no se atrevió a matarte. Te dejó unas heridas horribles de mutilación en la espalda, el conocimiento de que nunca más serías la misma y su ausencia de recuerdo. No le importaron en absoluto tus llantos ni tus gritos, tenía tus alas y su castillo y tú ya no le servías. Te dejó por otra más joven y guapa, la desposó y tuvo un bebé con ella. Y tú te llenaste de ira. El único aliciente en tu vida era vengarte, devolverle el daño.

Te aferras a la creencia de que el amor no existe porque sabes lo que te ha hecho, tú mejor que nadie lo sabes, lo llevas a tu espalda como dos grandes y repulsivas heridas.

Y entonces le lanzas una maldición a una niña recién nacida. La pobre no tiene culpa de nada, sólo sabe sonreír y espera que la amen y la cojan en brazos.



Entonces empiezas a entender aquel cuadro de Botticcelli, en que Marte (Ares) reposaba, derrotado, exhausto, apaciguado en la misma cama que Venus (Afrodita) porque el amor es la paz de la guerra y así ha sido siempre.

Pero el amor verdadero no existe y menos los besos de tal clase, -te repites con desdén a ti y tu cuervo de confianza.

Pero la niña sabe hacerse amar, es todo candidez y risueña presencia. Incluso cubierta de barro y ponzoña de trols es feliz y te dice que te quiere aun cuando tú la maldijiste a morir. Pero no puedes retirar la maldición, en el pecado llevas la penitencia. El mal que has deseado te estalla en la cara, tal y como siempre pasa.

Y entonces tu niña interior se pincha con un huso y cae en un sueño profundo semejante a la muerte y tú mueres un poco por dentro porque sabes que es culpa tuya y ves en sus mofletes sonrosados y su cabello ensortijado toda la belleza y bondad de un corazón que no conoce el mal ni el odio, pero es tarde y es culpa tuya.

Y buscas un príncipe desesperadamente, el que sea que esté dispuesto a besarla aun sin conocerla demasiado. Un príncipe cualquier que le dé un beso de amor verdadero mientras piensas con tristeza que sabes que no existe y que las horribles cicatrices de tu espalda te lo recuerdan cada día...

Y el príncipe la besa y no pasa nada. Y lloras y le pides perdón, le explicas a tu niña interior que no supiste amarla porque te negaste eso hace mucho tiempo. Le explicas que no sufrirá ningún mal mientras vivas aunque ella vaya a vivir una vida muerta y dormida por tu culpa y le besas la frente en un burdo intento de borrar el dolor que le has causado.

Y tu niña interior despertó porque el amor es la paz de la guerra como Venus de Marte porque sólo has de entender que los príncipes [zhfjksdhasujhasjncf] pero no hay amor más verdadero que el que debes tener a tu niña interior y por ende a ti misma. Y no, no cualquier príncipe de pacotilla merece besarla y despertarla a la vida. Y por eso lloré con catarsis como hacía mucho tiempo que no me pasaba porque no me lo permitía.

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