domingo, 21 de diciembre de 2014

La reina ciega

En este cuento el príncipe estaba en la torre. La torre era un lupanar vacío muy naíf y kitsch. Estas palabras se las enseñó el príncipe mientras la abrazaba.

El Príncipe le pidió a la princesa que le diera una oportunidad, le suplicó llorando arrodillado que fuera a la torre donde él se hallaba solo mirando la biblioteca de la Bella y la Bestia donde quería estar con ella y entendió que la había dejado escapar. Le habló de los libros que les aguardaban, de las almohadas, del fuego y como el cuento es para adultos; de las veinte horas al desnudo que quería compartir en la alcoba con ella, hablando de todo y de nada...

Cuenta la leyenda que la princesa era una reina que no sabe que lo es. Había nacido bendecida por la Corte de las Hadas de las Flores invitadas por su padre. Unas la honraron con los dones de la gracia, la belleza, la elocuencia y el candor. Otras le dieron valentía, fuerza y coraje. Le regalaron dragones para luchar contra los enemigos y luz propia para poder ver en los lugares más lúgubres y oscuros de la vida.
Pero su madrastra temía que la princesa fuera indestructible e invitó a la bruja Tóxica ese día en que ella nació a la vida bendecida por las hadas, la maldición de la bruja enviada por su madrastra era despiadada. "De todos los dones conferidos la princesa no podrá ver jamás ninguno, cuando alguien le hable de sus dones pensará que le mienten. Amará a caballeros de armadura oxidada que la verán con todas las lacras con las que ella se verá, pero entonces, cuando ella los salve, ellos verán sus dones verdaderos y huirán despavoridos dejándola pensando que eso es lo que merece".

                               ***
La princesa le amaba en secreto y eso era público y notorio.
No tenía un hada madrina sino una corte de ellas. Todas la visitaron antes del primer beso de amor y le regalaron la Sabiduría del Buen Amor en varios encantamientos, tal vez débiles para la magnitud de la maldición de Tóxica.

"No le mires a los ojos".
"No le escuches".
"No le creas".
"No le beses".
"Recuerda lo que has aprendido".
"Ya has pasado por esto y has vencido".

-¡¿Y si dice la verdad!?-les replicó la bruja Tóxica a todas.

La reina le dio audiencia sin darse cuenta. Hipnotizada mientras el príncipe le hablaba y la miraba, le susurró.

-Mira en tu corazón ya sabes qué hacer.
-¿Qué?
-Escucharle.

El apuesto príncipe le dijo:

-Princesa, soy sólo una sombra a tu lado y sé que no lo merezco pero si me das esta oportunidad haré que cada día valga la pena... Siento mucho todo lo que ha pasado no quiero volver a perderte ahora que has vuelto. Estuve ciego, sólo tú sabes quien soy y nadie más.

La Corte de las Hadas de las Flores contuvieron el aliento pero confiaban en ella.

-Me has roto el corazón con que amarte príncipe..
-Si me das esta oportunidad te haré feliz y te abrazaré y besaré hasta que sea indestructible de nuevo y podamos olvidar todo esto...

"¡Tu corazón es indestructible! ¡Ya lo es! No le escuches, es una trampa, princesa". -Dijo la portavoz de las Hadas.

-Lo amas. -Dijo Tóxica-. Y él a ti, a su manera... Sólo tú puedes cambiar eso ya sabes qué hacer.
-¿Qué?
-Pregúntaselo.

-Príncipe. Has quemado el reino desde la torre lupanar, ya no quedan doncellas vivas que puedan visitarte, yo no voy a ir a tu torre donde todas mueren...
-Ya no vivo allí princesa. Tengo una biblioteca nueva para nosotros donde no quiero a nadie más que a ti conmigo o a mí solo pensándote si ya no me amas.

-¿Lo ves?-dijo Tóxica-. Yo he visto el nuevo castillo del príncipe, su puerta es demasiado pequeña para ti pero si logras entrar os amaréis por siempre jamás.
-¿Cómo puedo entrar?
-Ya sabes cómo, recuérdalo y no falles.

La corte de las Hadas de las Flores lloraban desconsoladas. La Princesa no podía verse y lo iba a hacer. Iba a hacer lo que fuera.

"Es una trampa. Esta vez puedes morir, es una trampa".

La princesa no las oía ya...

La Princesa dejó de comer, de dormir, de quedarse centrada en ella, bebía con el príncipe. Se cortó un brazo pero no podía entrar. Se cortó el otro pero no era suficiente. Se cortó la pierna sin llorar, no cabía. La otra también. Su corazón era demasiado grande y lo partió en siete pedazos. Se sacó los ojos de las cuencas porque el príncipe los necesitaba para seguir viéndola.
Su luz era demasiado grande y ella creía que era su talla. Perdió más peso y se hizo más pequeña. Al fin entró por la minúscula puerta. Sólo era una séptima parte de corazón.

-Príncipe soy yo. He logrado entrar, ya estamos juntos y todo va a salir bien.
El príncipe la besó y la última luz que quedaba en la séptima parte de su corazón se hizo débil. La estaba extinguiendo.

Tóxica se moría de la risa.

Entonces la Corte de las Hadas de las Flores obraron un Hechizo de Amor Verdadero.
"No podemos hacer que vea pero sí que crea. Debemos reconstruirla".
Y de repente se hizo de luz azul y el príncipe murió de miedo al ver como era ella en realidad y se derritió.

Ninguna reina puede destruirse a sí misma aunque lo quiera por amor. Ninguna reina puede negarse que lo es aunque no lo vea.
Ningún príncipe te extinguirá ni tendrá miedo.

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